En los últimos dos años hemos presenciado cambios políticos significativos e, incluso, impensables hace unos años, que están llevando a la incertidumbre y la volatilidad económica a toda la región EMEIA (Europa, Oriente Medio, India y África). Además, las empresas están siendo sometidas a mayor escrutinio por parte de diversos organismos que demandan mayor transparencia y combaten con mayor eficacia el fraude y la corrupción. En este escenario, las empresas se enfrentan al reto de conseguir unos objetivos de negocio muy ambiciosos.
Los cambios geopolíticos, económicos y sociales hacen que los marcos de cumplimiento tradicionales se sigan basando en supuestos que ya no son válidos.
El informe EMEIA Fraud Survey 2017 realizado a partir de una encuesta a 4.100 ejecutivos de 41 países entre noviembre de 2016 y enero de 2017, analiza cómo el escenario geopolítico y económico impacta en las empresas así como el papel de la tecnología para detectar el fraude y la corrupción.
Actualmente, las compañías operan en un panorama económico totalmente incierto. El descontento general con la globalización, la inestabilidad política y el lento crecimiento de los mercados emergentes está presionando a las empresas que buscan alternativas para cumplir sus objetivos más ambiciosos.
¿Cómo restablecer la confianza?
77%
de los encuestados apoyan la creación de nuevas iniciativas para responsabilizar a los ejecutivos individualmente por conducta indebida
La lucha contra el soborno y la corrupción siguen siendo un desafío y la conducta empresarial se encuentra, más que nunca, bajo la presión y evaluación de los organismos reguladores y del público general. El 77% de los directivos consultados a nivel global piensa que medidas más drásticas como el enjuiciamiento de empleados a nivel individual tendría un efecto disuasorio.
¿Toman sus empleados decisiones éticas?
21%
de las juntas y altos directivos españoles podría justificar el ofrecimiento de pagos en efectivo para ganar o retener negocios en su propio beneficio
Los resultados globales del informe indican que los comportamientos no éticos son todavía aceptados por determinados empleados y directivos. Así, un 21% justificaría realizar pagos en metálico para mantener proyectos o ganar un contrato.
La tolerancia a estas prácticas también es un hecho entre los empleados de la Generación Y (entre 25 y 34 años), ya que uno de cuatro consultados a nivel global, justificaría este tipo de prácticas. El informe advierte que si no se toman acciones para fijar mayores estándares éticos en las empresas, las conductas no éticas podrían aumentar en el futuro.
Monitorización de datos para entender el comportamiento de los empleados
El aumento global de la conectividad implica que los activos de las compañías corren mayor riesgo de ser manipulados, robados o dañados por un empleado. Mientras los organismos reguladores están aumentando la presión sobre las compañías para que denuncien proactivamente casos de mala conducta, las compañías necesitan aprovechar las nuevas tecnologías para identificar y mitigar las amenazas internas para su negocio. Es difícil detectar estos riesgos sin recabar y analizar información de un amplio rango de fuentes, incluyendo las comunicaciones por email o por mensajería instantánea. El 75% de los encuestados por EY considera que sus empresas deberían “rastrear” estas fuentes de información, pero el 89% opina que supondría una violación de la privacidad de los trabajadores.

Para cubrir esta brecha, la administración de las empresas debe asegurarse de que los empleados entiendan el valor de aprovechar esos datos y las implicaciones potenciales para el negocio si los datos de la empresa se filtran o son robados.
La importancia de los canales de denuncia y la confianza
La regulación sobre las denuncias por actuaciones poco éticas en las empresas avanza, de la misma forma que la preocupación de los empleados por estas acciones. No obstante, el nivel de información que los trabajadores tienen sobre los procedimientos para informar a sus empresas de estas actuaciones es bajo. Sólo el 21% de los encuestados a nivel global conoce que su empresa cuenta con un canal privado de denuncias o whistleblowing hotline. Por otra parte, el 52% ha tenido indicios o certeza de actuaciones poco éticas en su empresa y, entre estos, el 48% reconoce presiones para mantener esta información en secreto, de los que el 56% finalmente decidió no informar. Por último, un 73% de los encuestados consideraría informar a un tercero, principalmente a los organismos reguladores (49%), a las fuerzas del orden (57%) y a periodistas (15%).

La respuesta contra los ciberataques
Para responder a estos desafíos, las empresas deben ir más allá del cumplimiento mínimo de los requisitos y desarrollar programas que motiven a sus empleados a hacer lo correcto, reconociendo y abordando posibles “vacíos” entre las diferentes generaciones. Esto incluye el establecimiento de programas de formación y concienciación que den a conocer a los profesionales las posibles conductas poco éticas. Además, dichos programas deberían reforzarse mediante procesos eficaces de gestión de riesgos que utilicen la tecnología y lógica para identificar y mitigar amenazas externas, como las que plantean posibles relaciones comerciales o ciberataques.
Conclusiones

1 Las empresas operan en un mundo marcado por la incertidumbre y por cambios políticos, regulatorios y económicos que han creado nuevos riesgos mientras las empresas se enfrentan al reto de conseguir objetivos de beneficios ambiciosos.

2 Los retos del fraude, el soborno y la corrupción permanecen. Las conductas poco éticas y la falta de confianza entre empleados caracterizan a la nueva fuerza laboral, especialmente entre las generaciones más jóvenes.

3 Las empresas pueden responder a estos desafíos motivando a sus empleados a hacer lo correcto y aprovechando los avances tecnológicos para identificar y detectar conductas indebidas cuando no se informa. La información es la clave para mitigar los riesgos y las empresas deben maximizar el valor que obtienen de sus datos. Esto se puede lograr haciendo un mejor uso de la lógica digital y abarcando las oportunidades que surgen de un mundo cada vez más disruptivo.
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Socio Responsable de Fraud Investigation and Dispute Services en España
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Director Ejecutivo de Fraud Investigation and Dispute Services
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