l mercado de trabajo comienza a dar síntomas de agotamiento. El ritmo mensual de crecimiento de la afiliación se habría dividido por cuatro desde finales de primavera hasta comienzo de otoño. A su vez, en las previsiones oficiales remitidas a Bruselas la semana pasada en el Plan Presupuestario, el Gobierno prevé la mitad de crecimiento del empleo en 2024 respecto al año anterior.
Está por ver si el impulso a la demanda de inversión propiciado por el -tardío- despliegue de los fondos NextGenerationEU y la mejoría de nuestro sector turístico, es capaz de compensar la desaceleración de actividad que constatan todos los análisis y previsiones, a causa de la creciente incertidumbre internacional, la persistencia de elevados niveles de precios y tipos de interés y el inicio de una nueva fase de consolidación presupuestaria tras la reactivación de las reglas fiscales.
Su traslación a la evolución del mercado de trabajo en España estará sin duda muy afectado también por el aumento de las rigideces en la regulación de las relaciones laborales así como por el fuerte crecimiento de los costes laborales, en especial las cotizaciones sociales. Sólo en 2023 y 2024, y en aplicación estrictamente de la reciente reforma de pensiones, las cotizaciones sociales a la Seguridad Social habrán aumentado en más de 4.000 millones
En ese contexto, la economía española, previendo experimentar en 2023 y 2024 incrementos del PIB superiores a los de la media de la UE, sin embargo, como recuerda el Banco de España en su último informe anual, acumula una pérdida de diez puntos porcentuales de convergencia con la Zona Euro en PIB pc. Una pérdida de riqueza en términos comparados con nuestros socios de la UE que se debe esencialmente a la fuerte caída entre 2007 y 2013 de los empleados totales sobre la población en edad de trabajar, y de una brusca caída de la productividad desde 1995, solo mejorada en los períodos de fuerte destrucción de empleo.
Así, la reactivación de la actividad económica y resiliencia que ha mostrado el mercado de trabajo español hasta el pasado verano, no debería cegarnos ante el estancamiento de nuestra renta per cápita, al tiempo que enfrentamos los desafíos que tiene por delante nuestro mercado laboral; la glocalización, la digitalización, la transición energética o el reto demográfico, entre otros.
Para que estos desafíos estructurales se materialicen en oportunidades de empleo y demos paso a una nueva fase de expansión, es preciso dar un nuevo impulso a las políticas de empleo y a la inversión en capital humano.
Por lo que se refiere a las inversiones, tenemos más de 160.000 millones de euros para impulsar nuestra transformación. Muchos de ellos canalizados a través de los PERTE, de los que hay una docena, pero ninguno enfocado expresamente en abordar los desafíos y las oportunidades de nuestro mercado laboral. Estamos a tiempo de impulsar un proyecto Estratégico esencial que permita impulsar el total de inversión del Plan destinado a Educación y conocimiento, formación continua y desarrollo de capacidades, facilitando la inserción laboral de los desempleados e inactivos, y aumentado la productividad de los ocupados.
Esta inversión debería venir acompañada por reformas que aborden los grandes retos de nuestro mercado de trabajo. En primer lugar, garantizando la mejora de la calidad del sistema educativo a todos los niveles, de forma lo más consensuada posible para asegurar su estabilidad en el tiempo. A su vez, para garantizar la disponibilidad de mano de obra adecuada, además de facilitar la incorporación de talento extranjero, urge impulsar la integración activa de los 2,7 millones de desempleados. Ello exige priorizar su incorporación en el mercado de trabajo, a través de un marco de relaciones laborales flexible y seguro, que retenga el talento senior e integre a los más jóvenes, un modelo de intermediación y formación profesional para el empleo digitalizado y eficaz y un marco de protección social y desempleo que incentive la transición al empleo y evite la trampa de la pobreza.
No hay tiempo que perder. Nuestro mercado laboral comienza a dar síntomas de agotamiento, y empieza una nueva legislatura. Es un buen momento para seguir avanzando sobre los éxitos conseguidos y corregir las deficiencias que, sin embargo, no hemos sido capaces de superar.
Publicado en El Mundo