Según muestra la evolución de nuestra publicación Future Consumer Index, que analiza los comportamientos y preocupaciones de los consumidores de todo el mundo, se puede afirmar que existe una preocupación creciente y general del consumidor español durante el último año por el aumento de los costes de la vida y la reducción del salario disponible, habiendo quedado relegados a un segundo plano los aspectos relacionados con la pandemia. Asimismo, un 72% cree que la situación empeorará en los próximos seis meses, situándose actualmente el índice de confianza del consumidor bajo mínimos.
Ante esta situación, parece razonable pensar que el comportamiento de los consumidores ponga el foco cada vez más en aspectos tales como la contención del gasto, la duración de los productos y la búsqueda de alternativas más asequibles. Lógicamente, los productos y servicios menos esenciales serán los primeros en verse afectados, de forma que las opciones de ocio y hostelería fuera de casa son las primeras en las que las familias piensan de cara a recortar gastos, planeando cerca del 58% de los consumidores reducir de forma moderada el consumo de moda o tecnología.
En cuanto a los canales de compra, la predisposición por las compras online desarrollada en pandemia prevalece, si bien las preferencias a la hora de comprar en tienda física o a través de canales digitales varían dependiendo de las mentalidades. Por ejemplo, quienes priorizan la experiencia o la sostenibilidad son más propensos a comprar online mientras que quienes buscan el mejor precio prefieren el establecimiento físico. Sin embargo, según se recoge en la última edición de nuestro informe de EY Retail Performance Ranking 2022, un 28% de los consumidores españoles comprará online productos que antes de la pandemia solo compraba en tienda, mientras que un 25% afirma que únicamente comprará online, visitando los puntos de venta físicos que ofrezcan una experiencia excepcional o diferencial.
El establecimiento físico, por tanto, sigue teniendo un papel clave en el consumo y está destinado a la convivencia con el mundo digital. Teniendo en cuenta esta dualidad, todo apunta a que las marcas tenderán a la omnicanalidad y a ofrecer el mejor servicio posible en todos sus canales, ya que el consumidor es variable y acude a las distintas opciones dependiendo de cada situación.
Los datos ponen de manifiesto que cuando se ofrece una buena experiencia en todos los canales se genera confianza, que es la dimensión que más influye en los consumidores a la hora de apostar por un retailer en concreto, incluso más allá de los precios. En este sentido, hay una clara oportunidad de mejora en la creación de más puntos de contacto con los consumidores a lo largo del proceso de compra, de forma que los mismos sean percibidos como diferenciales. La experiencia “líquida”, es decir, la integración de todos los canales percibida por el consumidor va a ser, sin duda, un eje de diferenciación para los retailers.
Otra tendencia importante que se viene observando en los últimos tiempos y que se espera continúe en alza durante 2023 es la creciente preocupación por el medioambiente y el impacto del consumo en la sostenibilidad del planeta. Los consumidores están cada vez más preocupados por los efectos del cambio climático y, en consecuencia, son cada vez más conscientes y cuidan cada vez más la forma en que consumen todos los productos y servicios.
Se observan prácticas destacadas de las empresas líderes del sector en esta materia en relación a la integración de la circularidad en los procesos de producción, distribución y aquellos asociados al final de la vida útil de los productos, la ampliación de prácticas de sostenibilidad en la cadena de suministro, la consideración de nuevas expectativas de los consumidores en el diseño y producción de productos que se estandarizan a través de certificados de productos sostenibles y las medidas de descarbonización de los procesos logísticos.
El enfoque y la velocidad a la que las empresas del sector se adapten a estos nuevos retos podrá suponer un posicionamiento diferencial en el mercado. Los retailers y organizaciones deben dar respuesta a estas inquietudes e incorporar —si no lo han hecho ya— la sostenibilidad como una parte sustancial de su propósito, apostando por el valor a largo plazo en su oferta de productos y servicios.
En resumen, 2023 arranca marcado por la incertidumbre y la desaceleración en el plano económico, una circunstancia que tendrá un amplio impacto en la confianza, el consumo y la distribución. Los consumidores reducirán las compras que consideran más innecesarias y se orientarán por el precio por encima de otros factores. Las empresas del sector retail deberán adaptarse a este entorno, en el que el principal reto será la protección de rentabilidad en un entorno macroeconómico desfavorable y la apuesta por generar confianza en los consumidores a través de todos sus canales de venta, aumentando la oferta de productos y servicios en los que claramente se perciban atributos diferenciales en sí mismos o en la experiencia de compra.