Como no podía ser de otra manera, las ventas de vehículos sufrieron un descenso del 16%, a excepción de Tesla, único fabricante analizado en cifras positivas, con un incremento del 36%. En términos geográficos, el mayor retroceso lo encontramos en Europa Occidental y en Estados Unidos, con unas caídas del 25% y el 14% respectivamente. China, por su parte, se convierte en el principal mercado a nivel mundial, consiguiendo minimizar los impactos del Covid-19 con un descenso moderado de las ventas, tan solo un 4%.
En una industria en la que la mayor parte de los costes son fijos, el impacto de los resultados operativos ha sido muy sonado. Pese a ello, la industria de la automoción ha demostrado tener un alto poder de adaptación para lograr sobrevivir en la complejidad de la realidad que nos está tocando vivir.
Debemos asumir que estamos ante un nuevo paradigma. Hemos presenciado en primera fila un cambio en lo que todos conocíamos como “normalidad”. Los consumidores han desarrollado nuevos patrones de consumo y nuevas tendencias, tal y como refleja nuestro informe Future Consumer Index. Junto a estos cambios, una regulación adaptada a este futuro convertido ya en presente. Un nuevo ecosistema en el que estamos presenciando también el desarrollo de la movilidad eléctrica y el vehículo conectado.
Estamos, sin duda, ante un momento histórico en el que comienza a vislumbrarse el nuevo ciclo en la industria del automóvil.