La sostenibilidad marcará el futuro de las compañías y sectores estratégicos de las principales potencias mundiales en los próximos años.
Junto con la digitalización, la sostenibilidad será clave para afrontar la salida a la crisis de la COVID-19. Se presenta como un gran desafío, pero es sin duda una oportunidad que no debemos dejar pasar. Estos dos fundamentales están marcando la hoja de ruta de la automoción, donde llevamos más de una década comprometidos con los objetivos de descarbonización y adaptando los procesos productivos para avanzar hacia el cambio de una movilidad del futuro, sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
Para nosotros, esta gestión del cambio no son solo palabras, son hechos: estamos centrando nuestros esfuerzos y recursos en satisfacer las demandas de la sociedad, invirtiendo tiempo, talento y recursos. Esto nos ha llevado a convertirnos en el primer inversor de la UE en I+D, responsable del 28% del gasto total, con 57.400 millones al año, y también a comenzar a destacar en la fabricación de los nuevos modelos electrificados. Actualmente, hay más de 200 modelos electrificados en el mercado y en los próximos años la oferta seguirá creciendo de forma exponencial. Hay un pleno compromiso por parte de los fabricantes.
Tenemos una oferta de vehículo eléctrico en marcha, pero hay que potenciar la demanda. No podemos seguir a la cola de la electrificación en Europa. Las infraestructuras de recarga son escasas y los planes de apoyo a la compra, aunque existentes, no están suficientemente dotados y su gestión resulta ineficaz en algunos casos.
Para ello, es imprescindible impulsar una colaboración público-privada entre Gobierno, administraciones y el nuevo entorno de la movilidad. Un nuevo ecosistema formado no solo por las marcas, sino por startups, empresas de tecnología, de telecomunicaciones, de energía... La realidad de la nueva movilidad hace necesario desarrollar proyectos disruptivos y proyectos tractores para afrontar los retos que se nos plantean. De ser así, la industria de la movilidad incrementaría su valor de mercado en España en un 50%, desde los 200.000 millones actuales hasta los 310.000 millones en 2040 y generará más de 1,4 millones de empleos.
Así pues, tenemos y debemos avanzar hacia la electro-movilidad, abandonando la teoría y pasar a la acción: hay que eliminar todas las trabas administrativas y destinar un mayor esfuerzo económico, mediante planes de ayuda, en la instalación de puntos de recarga, tanto públicos como privados.
Hasta que esto se produzca, se hace necesario un periodo de transición donde diversos vehículos alternativos (gas, híbridos, eléctricos, híbridos enchufables) ayuden a avanzar de manera efectiva hacia la descarbonización del parque. Los híbridos enchufables ya suponen una importante reducción de emisiones de CO2 respecto de otras tecnologías y son una importante herramienta para el cumplimiento de los objetivos de descarbonización del parque.
Clave: renovación del parque
Avanzar hacia una movilidad sostenible y cero emisiones requiere de una transición ordenada e inclusiva. En la última década el sector ha logrado reducir en un 30% las emisiones de CO2 de los vehículos diésel y en la próxima década nos enfrentamos a una exigente normativa para continuar en esta descarbonización. Por ello la renovación del parque es también más que necesaria y desde el sector abogamos por una revisión de la fiscalidad de la automoción, avanzando hacia un modelo de fiscalidad al uso que tenga en cuenta los criterios medioambientales de los vehículos.
Hemos hecho grandes avances, pero las administraciones y todos los que formamos parte de la cadena de valor debemos intensificar nuestro esfuerzo para crear y desarrollar una movilidad sostenible, conectada e inclusiva. Como parte de la solución, la industria ha definido la hoja de ruta a seguir en el Plan de Automoción 2020-40. Y es el momento de desarrollarlo para continuar siendo un sector tractor de la economía y referente de Europa.