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Tomamos la temperatura al “Compliance”

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No hay duda de que en términos generales las empresas españolas han evolucionado positivamente en el ámbito del Cumplimiento normativo.

Especialmente, desde la reforma del Código Penal del 2010 en la que se introdujo la responsabilidad penal de las personas jurídicas y, en mayor medida, tras la reforma del 2015 en la que se detallaba, entre otros aspectos, los requisitos que debían contener los programas de “Compliance”, sin embargo, ¿cuál es la situación actual? ¿Son estos sistemas realmente eficaces?

Para responder a las cuestiones anteriores lo mejor es atender directamente a quienes se encargan precisamente de velar y gestionar estos programas en las empresas, los responsables de cumplimiento. En el marco del segundo Termómetro de “Compliance” elaborado por EY Forensics, hemos preguntado si éstos están satisfechos con los recursos que se destinan a su función. Pues bien, aproximadamente un 65% considera que no son suficientes y, de ellos, un 20% piensa que son muy insuficientes y que deberían incrementarse significativamente.

Hay varios aspectos que explican esta respuesta a todas luces pesimista y que de alguna manera es el talón de Aquiles de los responsables de cumplimiento.

Los primeros tienen que ver con el presupuesto que se asigna a dicha función y que, entre otros aspectos, afectan al desarrollo, mantenimiento y revisión de los programas. Su desarrollo en las filiales internacionales y las auditorías de los controles son dos aspectos que no se han instaurado en muchas compañías, siendo estos elementos esenciales de los sistemas de Cumplimiento normativo.

En cierta medida, relacionado con la falta de recursos que se destinan, nos encontramos con una cuestión de más calado que tiene que ver con el compromiso de la alta dirección en los temas relacionados con el “compliance”. Al ser cuestionados por este aspecto, un 45% de los responsables de cumplimiento han afirmado que el compromiso de la alta dirección es medio, bajo o mínimo. Sin este compromiso es imposible que un sistema de “compliance” se consolide en una organización y, en definitiva, sea efectivo.

Y, por último, un asunto que resulta especialmente frustrante para los responsables de cumplimiento es la falta de claridad de las directrices de los órganos reguladores, en este caso de los Tribunales o de la Fiscalía. Según los resultados obtenidos, parece que nos queda un largo recorrido en este sentido ya que el 33% de los encuestados indican que las directrices no son claras, un 36% señalan que son claras parcialmente, un 25% tienen dudas o no lo saben y únicamente un 6% piensan que sí son claras.

Publicado en El Periódico


Resumen

Nos encontramos con un paciente con fiebre moderada que necesita cuidarse para seguir adelante sin sobresaltos. Para ello es imprescindible un compromiso fuerte de las organizaciones privadas y el liderazgo institucional señalando el camino a seguir de una forma más clara y concisa.


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