A pesar de esta situación de incertidumbre regulatoria, -no olvidemos que la Ley 11/ 2018 sobre información no financiera sigue aún en vigor- las empresas españolas en general y las del IBEX 35 en particular, han seguido incorporando a sus informes de sostenibilidad los nuevos requisitos y poniendo así a disposición del mercado una ingente cantidad de datos de sostenibilidad.
Este ejercicio de continuidad y los nuevos datos disponibles permiten evaluar la evolución de la gestión de la sostenibilidad en las compañías de una forma más profunda a cómo se podía realizar antes de la aplicación de los nuevos estándares.
Y es precisamente el objetivo de este IX Estudio comparativo de los Informes de Sostenibilidad del IBEX 35, en el que hemos querido responder a esta pregunta: ¿Qué impactos tangibles está generando la sostenibilidad? El objetivo de este informe, en 2025, no es describir el estado del cumplimiento normativo ni evaluar la calidad formal de los informes, sino entender qué nos dicen los datos sobre el impacto real de la sostenibilidad.
Este ejercicio se ha inspirado en las enseñanzas de Simon Sinek y su conocido modelo del Golden Circle. Para ello, analizando los Informes de Sostenibilidad del IBEX 35, este estudio se ha organizado para dar respuesta a tres preguntas. La primera tiene que ver con el Why que plantea Sinek: ¿Por qué las empresas gestionan la sostenibilidad? O, dicho de otra forma, ¿cuál es la propuesta de valor de la sostenibilidad? La segunda está relacionada con el How: ¿cómo las empresas despliegan la sostenibilidad? Y la última, está relacionada con el What: ¿qué temas concretos se han abordado en el ejercicio de 2025? Este orden no es casual. Refleja la convicción de que la sostenibilidad solo genera impacto tangible, es decir, resultados concretos y tangibles, cuando se integra en la lógica de la empresa y su entorno y no cuando se limita a una agregación de buenas prácticas desconectadas entre sí.
El Why. ¿Por qué las empresas emprenden estrategias de sostenibilidad? Para crear impacto tangible
Durante los últimos años, la sostenibilidad se ha presentado como un imperativo moral, reputacional y, en los últimos años, regulatorio. Sin embargo, una vez superada esta fase, es el momento de evaluar hasta qué punto la sostenibilidad genera resultados tangibles para las compañías y su entorno, entendidos desde tres puntos de vista: (1) desde el rendimiento financiero, (2) desde la minimización de riesgos y capacidad de resiliencia y (3) desde la incidencia en los entornos en los que opera. A esta triada, que podría sintetizarse en la expresión crear y defender valor… para todos, en EY lo hemos denominado Impacto Tangible.
- En lo que respecta al primer bloque del impacto tangible, la mejora del rendimiento financiero (creación de valor), en lo que afecta a los ingresos, han incrementado de forma significativa el peso de las actividades alineadas con la Taxonomía europea, hasta alcanzar el 21% de su facturación, una cifra que supera en diez puntos porcentuales la media europea; en otras palabras: más de una quinta parte de la facturación de las empresas del IBEX 35 procede de actividades sostenibles. Este dato es especialmente relevante porque indica que la sostenibilidad, para algunas compañías, ya no se limita a proyectos piloto o líneas marginales de negocio, sino que empieza a ocupar un espacio estructural en la generación de ingresos.
La inversión refuerza esta misma lectura. El CapEx alineado con la sostenibilidad en el IBEX 35 se sitúa cerca del 30 %, impulsado principalmente por sectores como la energía renovable y la construcción. Este modelo de inversión anticipa cambios futuros en la estructura productiva, y revela una apuesta por modelos de negocio más resilientes y adaptados a los límites físicos y regulatorios del entorno. Al mismo tiempo, los datos ponen de manifiesto que aproximadamente la mitad del potencial sostenible del índice sigue sin aprovecharse: solo un 21 % de las actividades elegibles logran alinearse plenamente con la Taxonomía. Esta brecha señala tanto una oportunidad de crecimiento como un riesgo de quedar rezagado en un contexto de transformación acelerada. En resumen, podemos decir que el IBEX 35 supera ya a la media europea en 10 puntos en ingresos sostenibles y en 14 puntos en inversiones alineadas.
En lo que afecta a los costes, el análisis de la información reportada por las compañías del IBEX 35 muestra que los efectos financieros asociados al cambio climático presentan el mayor grado de integración entre los ámbitos ESG. El riesgo climático está incorporado en el reporting del 83 % de las empresas, y el 70 % declara utilizar un precio interno del carbono en sus procesos de planificación financiera, lo que permite trasladar las emisiones a variables económicas y contables. Este avance se refleja en una mayor vinculación entre emisiones, ingresos y gastos de capital asociados a la transición climática, si bien la información sigue presentándose de forma mayoritariamente cualitativa. En este contexto, el precio interno del carbono se consolida como un instrumento recurrente de apoyo a la toma de decisiones estratégicas y operativas. No obstante, pese al creciente peso financiero de la transición climática, poco más del 40 % de las compañías del índice aún no cuantifica de forma plena su impacto económico.
- En relación al segundo de los bloques del impacto tangible, los riesgos (protección de valor), hay datos a resaltar. La integración de los riesgos de sostenibilidad en la gestión empresarial del IBEX 35 sigue siendo parcial y desigual. Solo el 60 % de las compañías conecta explícitamente estos riesgos con su matriz general de riesgos corporativos, mientras que un 57 % continúa abordándolos únicamente a nivel corporativo, sin desagregación operativa. Apenas el 43 % de las empresas analiza los riesgos de sostenibilidad con un enfoque geográfico y solo el 37 % los traduce a nivel de línea de negocio, lo que limita su capacidad de gestión efectiva. Esta brecha se acentúa en la fase de ejecución: únicamente el 54 % de los riesgos o temas relevantes identificados cuenta con objetivos concretos asociados, evidenciando que, aunque algunas compañías han avanzado, todavía no se ha integrado plenamente como un elemento operativo y accionable de la gestión del riesgo y de la protección de valor.
- Por último, el impacto tangible se traduce en los resultados concretos que las compañías generan en los entornos en los que operan. Los datos del IBEX 35 en este campo son interesantes. En el ámbito ambiental, las emisiones de gases de efecto invernadero del IBEX 35 han caído un 36,8 % desde 2018. El consumo de agua ha aumentado un 45 % en un contexto de estrés hídrico estructural en España, impulsado principalmente por la actividad constructora, lo que anticipa tensiones crecientes sobre un recurso clave y potenciales restricciones regulatorias y operativas. Al mismo tiempo, la energía renovable ya representa el 56,5 % del consumo energético del índice, con banca y tecnología superando el 80 %, lo que reduce la exposición a la volatilidad de precios y refuerza la resiliencia energética.
En el ámbito social, la brecha salarial del IBEX 35 presenta un aumento del 4,12% de variación interanual, con los sectores financiero y construcción rezagados, evidenciando ineficiencias persistentes en la gestión del capital humano. En contraste, la siniestralidad laboral se ha reducido de forma muy significativa, pasando de 7,21 a 2,10 accidentes, una mejora que se traduce directamente en menores costes, mayor productividad y protección del valor a largo plazo. De forma similar, la mejora en la gestión del talento y la formación, con un 90 % de las empresas fijando objetivos en este ámbito, refuerza la capacidad de adaptación de las organizaciones en mercados cada vez más competitivos y tensionados.
En materia de gobernanza, entre 2018 y 2024, la presencia de mujeres en los consejos de administración del IBEX 35 ha aumentado del 24,11 % al 36,44 %, con avances generalizados en todos los sectores y con algunos de ellos acercándose al umbral del 40 %, como finanzas, que roza el 39,6 %, y automoción y construcción, que ya superan el 37 %. De forma paralela, la integración de criterios de sostenibilidad en la remuneración variable se ha generalizado en el IBEX 35: si en 2020 solo el 13,7 % de las compañías incorporaba objetivos ambientales, sociales y de gobernanza en sus sistemas retributivos, en 2024 esta práctica alcanza al 100 % de las empresas del índice, consolidando la vinculación entre compensación de los consejeros y objetivos estratégicos de sostenibilidad y buen gobierno.
El How. ¿Cómo las empresas despliegan la sostenibilidad? ¿Cómo logran ese impacto tangible?”
Entender el por qué económico conduce inevitablemente a la pregunta del cómo. ¿Cómo están las empresas convirtiendo la sostenibilidad en resultados tangibles? La experiencia acumulada muestra que el principal reto no reside tanto en identificar los grandes desafíos (clima, recursos, desigualdad) como en la forma de abordarlos. En este sentido, el análisis se articula en torno a tres verbos: pensar, transformar y convencer. Esta secuencia resume un cambio profundo respecto a enfoques anteriores, en los que se priorizaba la comunicación y el reporte antes que la transformación efectiva.
Pensar implica adoptar una mirada sistémica y estratégica. Supone identificar qué temas son realmente materiales, cómo se conectan con el modelo de negocio y en qué orden deben abordarse. Los datos del IBEX 35 muestran avances, pero también carencias. Casi la mitad de los temas materiales del IBEX 35 no tiene objetivos asociados: el 46 % de asuntos “clave” no se gestiona, y persiste una falta de jerarquización y cuantificación de impactos. Esta ausencia de priorización limitaría la capacidad de asignar recursos de forma eficiente y de medir el progreso real.
Transformar significa traducir ese pensamiento estratégico en cambios operativos concretos. Aquí emergen tanto los logros como las tensiones. El cambio climático, el talento y la conducta empresarial son ya temas relevantes para el 100 % de las compañías del IBEX 35, y la economía circular se consolida como la segunda prioridad ambiental, considerada estratégica por el 69 % del índice. Sin embargo, la integración de riesgos en la cadena de valor sigue siendo parcial: aunque el 78 % identifica riesgos relevantes, solo un 37 % logra desagregarlos por línea de negocio, lo que dificulta una gestión efectiva.
Convencer es el tercer eslabón de la cadena y el que cierra el círculo. No se trata únicamente de persuadir a inversores, reguladores o consumidores, sino de alinear internamente a la organización. La sostenibilidad solo se consolida cuando los objetivos se integran en los sistemas de incentivos, en los cuadros de mando y en los procesos de control interno. En este ámbito, los avances son desiguales. Solo un 28 % de los temas de gobernanza se traduce en objetivos operativos claros, lo que revela una brecha entre la supervisión formal y la ejecución real. Además, el 71,4% del IBEX 35 afirma haber desplegado un Sistema de Control Interno de la Información de Sostenibilidad (SCIIS).
El What. ¿Qué temas concretos se han abordado en el ejercicio de 2025?
El análisis del qué permite aterrizar este marco en ámbitos concretos de gestión. En el plano ambiental, la descarbonización avanza con fuerza, impulsada por el crecimiento de la energía renovable, que ya representa el 56,5 % del consumo del IBEX 35, con sectores como la banca y la tecnología superando el 80 %. Sin embargo, otros límites físicos emergen con igual o mayor intensidad. El consumo de agua ha crecido un 45 % en un contexto de estrés hídrico nacional, especialmente vinculado a la actividad constructora. Este dato pone de relieve una tensión estratégica que todavía no se refleja plenamente en objetivos y planes de acción.
La biodiversidad constituye otro ejemplo de desfase entre reconocimiento y gestión. Aunque empieza a aparecer en los informes, sigue sin integrarse de forma sistemática en las decisiones de inversión y operación. La naturaleza continúa contabilizándose a posteriori, como un impacto colateral, en lugar de considerarse ex ante como un factor de riesgo financiero. Esta brecha anticipa desafíos relevantes en sectores intensivos en recursos naturales.
En el ámbito social, la mejora en seguridad y salud laboral contrasta con avances más lentos en igualdad y diversidad. La brecha salarial del IBEX 35 se sitúa en el 13,7 % tras un cambio metodológico, con sectores como finanzas y construcción a la cola. Estos datos revelan que la gestión social sigue siendo uno de los terrenos más complejos, donde las métricas avanzan más rápido que los cambios culturales subyacentes.
La gobernanza muestra una aceleración clara. Las mujeres alcanzan el 36,4 % de los consejos de administración y el 71 % del IBEX 35 ha desplegado controles internos específicos en materia ESG. Los consejos asumen progresivamente un papel más activo, no solo de supervisión, sino de impulso de la creación de valor a largo plazo. No obstante, 24 empresas aún no conectan de forma explícita sus riesgos ESG con el mapa general de riesgos, lo que limita la visión integrada del negocio.
Un viaje de 25 años: hacia la transformación de los sectores de actividad
Hace veinticinco años nadie hubiera imaginado que la sostenibilidad se convertiría en el eje central de la transformación de tantos sectores. En aquel momento, el coche eléctrico era poco más que una fantasía (el primer Tesla ni siquiera existía), y las energías renovables se consideraban una inversión costosa y marginal. La alimentación ecológica, por su parte, se percibía como una moda pasajera para unos pocos idealistas. Hoy, sin embargo, podemos comprar un panel solar desde el teléfono móvil, recibir en casa unas zapatillas veganas en veinticuatro horas o invertir en fondos que priorizan la descarbonización. Lo que antes parecía utopía es hoy parte de nuestra vida cotidiana.
Dos décadas y media después, España es el segundo país de la UE por potencia renovable instalada (85–90 GW), solo por detrás de Alemania (185–195 GW); también lidera la producción de energías renovables en Europa; y, entre otros logros, España lidera el ranking mundial por superficie de viñedo de producción ecológica, con casi el 27% de la producción mundial, y las exportaciones de vino orgánico crecen año tras año. Lo mismo ha sucedido en otros sectores: la movilidad, la energía, la construcción, la moda o la tecnología han cambiado profundamente, impulsados por una nueva lógica en la que sostenibilidad y rentabilidad van de la mano.
Durante mucho tiempo se creyó que estos dos conceptos (sostenibilidad y rentabilidad) eran realidades opuestas. Pero hoy sabemos que no solo son compatibles, sino que una impulsa a la otra. La sostenibilidad se ha convertido en una auténtica palanca de competitividad: influye en los ingresos, los costes, el acceso a capital y talento, la innovación y la resiliencia frente a crisis. Por eso, más que un ideal, se ha transformado en una estrategia empresarial, en una manera concreta de crear valor y gestionar riesgos. En definitiva, en un motor de impacto tangible.
Hace veinte años nadie imaginaba lo que hoy vemos… ¿qué sucederá en los próximos veinte? Entramos en una década en la que sostenibilidad, innovación y tecnología serán inseparables. Veremos sistemas energéticos autogestionados capaces de prever la demanda, almacenar el excedente y convertir cada edificio en un microproductor de energía. La movilidad se redefinirá con vehículos que no necesitarán repostar, carreteras que cargarán mientras conducimos y puertos donde los barcos se moverán de forma autónoma impulsados por hidrógeno verde. La industria adoptará la circularidad como principio rector, de modo que nada se deseche y los materiales se seleccionen por su capacidad regenerativa.
La agricultura evolucionará hacia modelos que regeneran el suelo en lugar de agotarlo, combinando inteligencia artificial, sensores y cultivos resistentes al clima. El sector textil nos sorprenderá con tejidos cultivados a partir de micelio o algas, completamente trazables y reciclables. Los sistemas de salud integrarán el bienestar de las personas y del planeta, con hospitales neutros en carbono y cadenas de suministro transparentes. Las finanzas premiarán el impacto, y el rendimiento sostenible determinará el acceso a capital. Y veremos ciudades que funcionen como auténticos ecosistemas, generando su propia energía, reutilizando agua y absorbiendo más carbono del que emiten.
Todo esto será posible si pensamos más rápido, actuamos más profundamente y mantenemos la coherencia. Porque la sostenibilidad no sustituirá al negocio: será el negocio. Y porque, como recordamos siempre en EY, el negocio del impacto tangible no es solo una aspiración, sino la forma real en la que construiremos el futuro.
En conclusión
En conjunto, los datos que nos ofrece el IX Estudio comparativo de los Informes de Sostenibilidad del IBEX 35, dibujan un panorama de impacto tangible, pero desigual. La sostenibilidad ya influye en la estrategia, la inversión y el desempeño operativo del IBEX 35. Al mismo tiempo, persisten zonas grises: temas relevantes sin objetivos, integración irregular y presión creciente sobre recursos naturales. El reto para los próximos años no será tanto ampliar el número de iniciativas como cerrar estas brechas y reforzar la coherencia entre porqué, cómo y qué.
Mirando hacia adelante, la experiencia de las últimas dos décadas sugiere que sostenibilidad, innovación y tecnología convergerán de forma creciente. La próxima fase de la transformación estará marcada por modelos energéticos distribuidos, industrias circulares, cadenas de suministro trazables y sistemas de gestión que integren de forma natural el desempeño financiero y no financiero. En ese contexto, la sostenibilidad no sustituirá al negocio: será el negocio. Y solo aquellas organizaciones que comprendan su porqué económico, actúen con método y gestionen con rigor los temas clave estarán en posición de capturar todo su potencial de impacto tangible.