Este gráfico resume las tres dimensiones clave evaluadas en el capítulo, que permiten analizar la profundidad y la integración del análisis de doble materialidad en el marco del primer ejercicio de reporte bajo la CSRD. Cada eje representa una conexión estructural entre el análisis de los IROs y los principales elementos del modelo de gestión empresarial. La puntuación final obtenida por cada bloque (sobre 10) permite identificar señales de madurez metodológica y organizativa.
- Conexión con la estrategia (7,24/10): Este eje mide el grado de alineación del ejercicio de doble materialidad con la estrategia empresarial. Incluye aspectos como la referencia explícita a la doble materialidad en el contexto estratégico, la implicación de los órganos de gobierno y la participación de otras áreas más allá de sostenibilidad.
- Conexión con los estados financieros (4,71/10): Evalúa el nivel de articulación entre el análisis de materialidad financiera y la información contable. Se valora si el informe identifica efectos financieros actuales asociados a los riesgos y oportunidades, si estos impactos se traducen en ajustes contables o provisiones, y si se reconocen dependencias no reflejadas en los estados financieros.
- Conexión con el mapa de riesgos (7,93/10): Este eje analiza la coherencia entre los IROs identificados y los sistemas internos de gestión de riesgos, incluyendo la inclusión de la cadena de valor y la aplicación de umbrales objetivos (de probabilidad y magnitud) con horizonte temporal.
Conexión con la estrategia
En primer lugar, se ha evaluado su capacidad como herramienta para la estrategia corporativa[1]. Una correcta identificación de los temas materiales puede contribuir a reordenar prioridades, replantear inversiones, ajustar planes de acción e incluso revisar la propuesta de valor de una compañía en el largo plazo. En este sentido, la doble materialidad no se limita a un ejercicio diagnóstico, sino que empieza a perfilarse como una posible herramienta de orientación estratégica, al facilitar una mayor alineación entre lo que la empresa es, lo que hace y lo que comunica.
Conexión con el mapa de riesgos
En segundo lugar, se ha examinado el análisis de doble materialidad como herramienta de gestión de riesgos. En este contexto, cabe preguntarse en qué medida este análisis complementa o amplía lo que las compañías ya venían trabajando a través de sus mapas de riesgos tradicionales. La experiencia observada sugiere varios elementos diferenciales relevantes: en primer lugar, la incorporación sistemática de temáticas de sostenibilidad como fuentes autónomas de riesgo; en segundo lugar, la integración de nuevas fuentes de información —incluyendo grupos de interés externos y marcos normativos emergentes— que enriquecen el proceso de evaluación; y, por último, una mayor granularidad en la identificación de impactos, riesgos y oportunidades, que permite capturar interacciones más complejas entre factores no financieros y el desempeño económico de la organización.
La identificación y clasificación de los asuntos materiales a partir de la aplicación de la doble materialidad permite analizar la naturaleza y el peso relativo de los diferentes vectores de impacto en función de la actividad económica. El análisis sectorial facilita visualizar cómo se distribuyen los impactos (positivos y negativos), los riesgos y las oportunidades en cada sector, aportando información relevante para caracterizar el perfil material de cada industria.
Conexión con los estados financieros
Por último, el informe analiza en qué medida los ejercicios de doble materialidad han logrado establecer conexiones con los estados financieros. Esta dimensión —la integración entre sostenibilidad y finanzas— aparece, por el momento, como la menos desarrollada entre las compañías analizadas. Reflejar de manera contable elementos como los riesgos climáticos, los efectos sociales o las dependencias críticas plantea desafíos técnicos y metodológicos que muchas organizaciones están comenzando a explorar. Si bien se trata de un proceso aún incipiente, algunos enfoques apuntan a que este vínculo podría ser relevante para reforzar la utilidad del análisis de doble materialidad en la toma de decisiones económicas, con posibles implicaciones en provisiones, inversiones o valoraciones. En este sentido, empieza a configurarse como un puente potencial entre los informes de sostenibilidad y la información financiera tradicional.
En última instancia, este informe no se limita a evaluar el grado de cumplimiento o la calidad técnica de un nuevo requisito normativo. Su propósito es analizar el potencial que tiene la adopción de la doble materialidad para introducir una nueva perspectiva y metodología sobre cómo las empresas observan, interpretan y gestionan su entorno. Más allá del enfoque financiero tradicional, este marco ofrece la posibilidad de incorporar una visión ampliada sobre qué factores —internos y externos— pueden considerarse relevantes para la sostenibilidad y la resiliencia del modelo de negocio. Aspectos que hasta ahora quedaban fuera del perímetro contable, como los impactos sobre el medio ambiente, las personas o la cadena de valor, comienzan a adquirir un lugar más estructural en el análisis estratégico de las organizaciones.
El análisis parte de la premisa de que la doble materialidad solo genera un impacto tangible cuando se integra de forma efectiva en las principales funciones de gestión de la organización. En el gráfico adjunto se recoge esta evaluación, estructurada en torno a tres grandes ámbitos de análisis: la estrategia corporativa, el mapa de riesgos y los estados financieros.