A pesar de su liderazgo en producción científica, Europa sufre lo que se conoce como la “Paradoja Europea”: una limitada capacidad para convertir conocimiento en innovación competitiva. Esta circunstancia se ve agravada por una prolongada permanencia en lo que se ha denominado la “trampa del mid-tech”, una situación que debilita la competitividad del continente y le hace perder protagonismo en sectores estratégicos como el software, la biotecnología o la Inteligencia Artificial.
Además, solo un 3% de los investigadores en Europa consigue crear una spin-off, a pesar de que un 28 % manifiesta interés en emprender. Las causas de este desfase tecnológico e innovador son múltiples y van desde una desventaja estructural en tecnologías estratégicas hasta la fragmentación del mercado único europeo, pasando por barreras regulatorias, dificultades en la comercialización del conocimiento y la escasa capacidad de las universidades para responder con agilidad a las necesidades del ecosistema de innovación.
Diversos estudios coinciden en la necesidad de fomentar la colaboración entre ciencia e industria, impulsar plataformas digitales de innovación abierta, apoyar la creación de spin-offs universitarias, establecer agentes intermediarios robustos y activar instrumentos como la Contratación Pública Precomercial (CPP) para fomentar la innovación de alto riesgo.
En el caso de Euskadi, como región europea, comparte con territorios como Baden-Württemberg (Alemania), Oberösterreich (Austria), Emilia-Romaña (Italia) o Flandes (Bélgica) características clave: una base industrial sólida, una población intermedia y una apuesta decidida por ecosistemas regionales conectados y eficientes. Con apenas 2,2 millones de habitantes, su dimensión exige enfoques intensivos en conocimiento, colaboración eficiente y una clara vocación internacional desde las etapas iniciales del desarrollo económico.
Buena parte del tejido industrial vasco no está orientado a productos finales, sino a soluciones intermedias de alto valor añadido que se integran en cadenas globales. Esta característica define su especialización inteligente en sectores como la energía, la automoción, la máquina-herramienta, la bio-salud o las tecnologías digitales.
El presente estudio recoge la visión de actores clave del ecosistema vasco de conocimiento —universidades, centros tecnológicos, centros de investigación, BIC, empresas y Administración Pública— con el objetivo de identificar los principales retos para garantizar la generación, transferencia y escalado del conocimiento en sectores estratégicos actuales y emergentes.