Nota de Prensa
10 may. 2024 

El pronóstico adelantado de crecimiento del PIB para el segundo trimestre de 2024 es del 0,5%, como recoge MacroInsights #07

Séptima edición de MacroInsights, elaborado por EY Insights y EsadeEcpol

Contacto de prensa

  • El crecimiento anual quedaría en el 2,3%, dos décimas menos que en 2023, pero notablemente por encima de otros países de referencia en la Eurozona.
  • Las elecciones al Parlamento Europeo resultarán en un entorno político europeo más fragmentado, con consecuencias para las políticas descarbonización, industrial, migratorias, de defensa o seguridad.
  • Lo más probable es que el BCE inicie el ciclo de bajadas de tipos en junio, pero queda por ver su evolución en julio y septiembre.

EY Insights y EsadeEcpol han publicado hoy la séptima edición de MacroInsights, informe bimensual de seguimiento de la economía española enfocado al sector empresarial. Como es habitual, el informe refleja en primer lugar la evolución de la coyuntura económica y previsiones de evolución en España, en segundo lugar, pone el foco en una macrotendencia económica global y, en tercer lugar, analiza el impacto de ambos en el tejido empresarial.

El panorama económico en España continúa siendo positivo, con una proyección de crecimiento del Producto Interno Bruto de un +0,5% en el segundo trimestre de 2024, según el modelo de seguimiento y pronóstico en tiempo real (RealTimeTracker) desarrollado por EsadeEcPol y recogido en el MacroInsights. Si las previsiones se cumplen, el balance de 2024 sería positivo, con un avance del 2,3% en el PIB español.

Coyuntura macro

En el primer trimestre, la economía española se benefició significativamente del comercio exterior, con las exportaciones creciendo un 2,4% y superando el aumento de las importaciones, que fue del 1,1%. Este dinamismo del sector externo aportó un 0,5% al crecimiento del trimestre. En cuanto a la demanda interna, tuvo un papel más modesto en el crecimiento, con un aporte del 0,2%. Este incremento se debió principalmente a la inversión, que subió un 2,6%, y en menor medida al consumo privado, que creció un 0,3%. Sin embargo, el consumo público experimentó una notable disminución del 0,9%. En el lado de la oferta, todos los sectores económicos experimentaron crecimiento, aunque con distintos grados de intensidad: el sector servicios avanzó un 0,3%, mientras que la industria, la construcción y el sector primario mostraron incrementos más robustos, con tasas del 1,6%, 2,0% y 2,5%, respectivamente.

Actualmente, España está atravesando un ‘pico’ de polarización partidista motivado por las sucesivas convocatorias electorales que, como resultado central en política económica, ha impedido la aprobación de unos Presupuestos Generales para el año 2024. Esto no ha impedido, sin embargo, que el Gobierno ha presentado a la Unión Europea un plan macroeconómico y fiscal para este año. Dicho plan anticipa una reducción del déficit de hasta el 3% del PIB, el límite más bajo permitido por Europa, y una disminución del desempleo en un punto porcentual, hasta el 11,2%. Estas proyecciones se apoyan en un crecimiento nominal significativo del 5,6% y un crecimiento real más moderado del 2,0%.

En el contexto europeo, dos eventos clave en junio determinarán la evolución de los riesgos políticos para la segunda mitad del año. Primero, las elecciones al Parlamento Europeo y las negociaciones posteriores para formar la nueva Comisión y definir el liderazgo del Consejo. Se prevé un panorama político más fragmentado y con mayores conflictos partidistas de lo habitual en Bruselas, lo que podría influir en políticas clave como las de descarbonización, industria, migración, defensa y seguridad. Segundo, las decisiones de política monetaria serán cruciales. En abril, la inflación se mantuvo más contenida en la Eurozona que en España (2,4% frente a 3,4%), marcando un diferencial negativo para la economía española por séptimo mes consecutivo. Es probable que el Banco Central Europeo comience a reducir las tasas de interés en junio, pero hay incertidumbre sobre lo que pueda decidirse en las reuniones posteriores del 18 de julio y del 12 de septiembre.

Enfoque global

La política industrial está experimentando un renacimiento, impulsado por dos tendencias clave. La primera es el reconocimiento de ciertos fallos de mercado, como la necesidad de disminuir las emisiones de los procesos productivos y la dependencia geográfica de insumos críticos, como minerales y otras materias primas esenciales. La segunda tendencia es el deseo de lograr una mayor autonomía estratégica, particularmente en el ámbito digital.

Este enfoque renovado también se nutre de la búsqueda de nuevas fuentes de crecimiento basadas en el conocimiento y la tecnología. Esto justifica la implementación de medidas específicas y temporales para fomentar la innovación y la difusión tecnológica en sectores que tienen un alto potencial de generar derrames de conocimiento.

El FMI, en su último Fiscal Monitor, ha analizado el impacto de aumentar el gasto en un 0,5% del PIB (equivalente al 50% del nivel actual de gasto en la OCDE) en áreas de política industrial que tienen un menor riesgo de distorsionar los mercados. Estas áreas incluyen:

- Financiación pública para la investigación y desarrollo (I+D) básica.

- Subvenciones de I+D para empresas emergentes innovadoras.

- Incentivos fiscales para promover la innovación aplicada en las empresas.

El FMI sugiere que estas inversiones podrían aumentar el PIB hasta en un 2% y, a largo plazo, incluso reducir la relación deuda-PIB.

A la hora de articular estas inversiones en el marco europeo, digitalización jugará un rol central en la necesidad de alinear impulso industrial y competitivo con autonomía estratégica en la UE, con seis frentes de prioridad a la luz de los impulsos regulatorios e inversores encauzados desde Bruselas:

1.     Infraestructuras de conectividad con foco en el 5G.

2.     Materias primas críticas tanto en industrias intensivas en energía (alta dependencia en energía fósil, aluminio, acero, litio, cobalto) como en tecnología verde (alta dependencia en minerales necesarios para componentes electrónicos: litio, cobalto, níquel, cobre, cromo, molibdeno).

3.     Semiconductores, en los que la UE no domina en ninguna fase de la cadena de valor (EEUU domina las de alto valor añadido, Asia la producción).

4.     Consolidación de un mercado único de datos.

5.     Transformación digital de las empresas industriales.

6.     Incremento de capacidades digitales dentro de la empresa.

Estos 6 frentes se articulan con 16 KPIs específicos que medirán los avances de la digitalización país por país y en el conjunto de la UE.

Perspectiva micro. La digitalización de la industria española.

La política industrial será un tema clave en las elecciones de junio de 2024 y se espera que desempeñe un rol esencial en el crecimiento de los países europeos, incluida España. Existe una expectativa particular sobre si la economía española podrá mantener el crecimiento adicional del PIB logrado en la recuperación postpandemia, especialmente porque los indicadores de productividad no muestran una tendencia positiva. En este contexto, la dimensión digital y tecnológica se vuelve crucial, y las empresas industriales españolas tienen la oportunidad de utilizar este impulso para revertir el declive productivo.

El Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI 2023) revela que España destaca en tres de los cuatro ámbitos evaluados, superando la media de la UE-27: habilidades digitales, infraestructuras de conectividad y Servicios públicos digitales y administración electrónica.

Sin embargo, en el capítulo de digitalización empresarial España se sitúa en torno a la media europea pero aún lejos de las metas a 2030. Se reportan resultados similares de empresas en ciertos indicadores (expedición de factura electrónica, venta online al extranjero, facturación en venta online, uso de IA, intensidad digital básica). En algún ámbito España puntúa mejor (compartición de información electrónica, venta online de pymes), pero en otros muestra un retraso visible (uso del cloud o del big data). 

Para completar la imagen, la encuesta de uso empresarial de TIC del INE distingue por rama, tamaño de empresa y comunidad autónoma, y muestra un retraso relativo general en el grado de digitalización de la industria frente a otros sectores. Una parte puede reflejar patrones propios de la industria (menos teletrabajo o venta directa a hogares) pero en otros ámbitos el margen de mejora no estaría obstaculizado por ningún rasgo estructural. Dentro del sector industrial, además, cabe destacar que las empresas grandes disponen de una fisonomía y organización más sofisticadas y más recursos y capital humano para digitalizarse que las pequeñas.

Por último, la inversión en digitalización parece estar geográficamente muy concentrada.

Poniendo en relación estos datos con el marco de referencia esperado para la UE en los próximos años descrito en nuestra Perspectiva Global, vale la pena extraer al menos claves a la luz de los datos: 

  • Enfocarse en tecnologías y herramientas de mayor sofisticación, donde muestran un mayor retraso, que en habilidades básicas e intermedias.
  • Identificar mejor sus dependencias tecnológicas y dedicar más recursos a diversificar y asegurar fuentes de suministro de inputs críticos.
  • Apoyarse en el crecimiento, pues la digitalización multiplica las economías de escala del crecimiento empresarial.

Descarga aquí el informe.