La clave de un buen trabajo en gestión financiera es disponer de información que nos permita anticipar los problemas.
La letra de la conocida canción de Joaquín Sabina, desgraciadamente, encaja perfectamente con lo que los tesoreros nos encontramos al incorporarnos al trabajo en septiembre.
Es habitual que las organizaciones tarden en arrancar con su actividad normal en el mes de septiembre y cuando terminamos los análisis de lo ocurrido en agosto, prácticamente nos encontramos con el cierre de octubre y poca cancha para actuar antes de la llegada del tan temido diciembre con pocos días hábiles, muy escasos comités bancarios y la necesidad de cerrar el ejercicio con unas cuentas aseadas que nos permitan afrontar las revisiones de los departamentos de riesgos de las entidades financieras durante el ejercicio siguiente.
Es por ello que la incorporación a la actividad no puede ser ni gradual ni pausada por parte de los tesoreros, podíamos decir que antes de aterrizar ya llegamos tarde porque tenemos muchas cosas que hacer y poco tiempo para ello. Lo peor del caso es que para desarrollar nuestro trabajo dependemos de información, información que vendrá de los departamentos contables, pero también de las distintas áreas de negocio, compras y resto de funciones.
Tenemos por tanto que organizar no solo a nuestros equipos sino a los otros departamentos para poder construir:
- Una foto lo más ajustada posible a la realidad de nuestra situación de tesorería en el momento actual.
- Una rápida estimación de las desviaciones acaecidas en agosto entre nuestras previsiones y los reales para poder impactar en los meses que quedan lo que proceda.
- Una actualización, aunque sea a alto nivel y con grandes números, de lo que esperamos ocurra hasta cierre de año. En definitiva, unas nuevas previsiones de tesorería que alcancen al último trimestre (octubre – diciembre).
Tras haber conseguido lo anterior, estaremos en condiciones de analizar si nuestras líneas existentes son suficientes para afrontar nuestras necesidades o si tenemos que contactar a nuestros financiadores o tomar medidas que nos permitan acceder a la liquidez que precisemos.
A efectos de negociación, el mes de octubre y primera mitad de noviembre se pueden considerar aun razonablemente hábiles, cualquier solicitud de nuevo riesgo o reposicionamiento de productos a entidades financieras que esté bien armada y justificada deberá presentarse como tarde a mediados de noviembre o, como comentábamos al principio, correremos el riesgo de que diciembre se nos eche encima con lo que ello significa … que muy posiblemente nuestras solicitudes no sean atendidas hasta enero.
El otoño tesorero es corto y el invierno complejo. No obstante, si las organizaciones han hecho adecuadamente sus deberes y el trabajo de julio ha sido riguroso y preciso, octubre no será un drama. Nadie duda que será un mes cargado en el que tendremos no solo que gestionar la tesorería, sino también que negociar con financiadores lo que proceda a la par que vigilar que los números de cierre no nos dificulten las negociaciones con interlocutores financieros en el año que entra.
No debemos nunca olvidar que la clave de un buen trabajo en gestión financiera es disponer de información que nos permita anticipar los problemas y, al mismo tiempo, comprender qué está pasando en nuestra empresa y en el entorno siendo capaces de explicar en todo momento las desviaciones entre lo que preveíamos y la realidad. Esta buena gestión es la que nos permite no poner en jaque nuestra principal misión como tesoreros que no es otra que disponer de liquidez para asegurar la continuidad y la normal actividad de la empresa.