Las compañías tienen que ser capaces de mejorar su eficiencia y, en definitiva, su generación de liquidez para atender a los compromisos contraídos.
Creo que todos tenemos más que asumido que los acontecimientos que estamos viviendo en estos últimos años, (desde la aparición de la pandemia hasta el estallido del conflicto de Ucrania, aún lejos de resolverse) son absolutamente únicos y han sacudido los cimientos de la economía a nivel global; afectando a todas las compañías del mundo. Ninguno de nosotros, tanto asesores como gestores, habíamos afrontado antes la necesidad de gestionar las finanzas de las organizaciones en condiciones similares, ni siquiera remotamente parecidas.
Vivir circunstancias tan especiales en un contexto geopolítico, económico y social tan complicado, nos ha llevado a reestructurar el patrón establecido en la gestión de las operaciones financieras y la liquidez empresarial. Esto nos ha obligado a adoptar medidas innovadoras que, en muy pocos casos se habían puesto en práctica. De hecho, hablamos de medidas incluidas en planes de contingencia en los que se ha tenido que probar su eficiencia directamente en casos reales con los riesgos que ello conllevaba.
En nuestro rol de asesores y en coyunturas complicadas, cuando nos encontramos en momentos de dificultad y ante obstáculos no previstos; hay dos maneras de reaccionar: (uno) focalizarnos en el problema y no proyectar más allá, (dos) reaccionar ante lo que nos ocurre y buscar un remedio, una medida que resuelva el problema. En definitiva; se trata de “ser parte de la solución, no del problema”.
De poco sirve detenerse en analizar las circunstancias que hemos vivido y seguimos viviendo, por muy únicas que sean; si no actuamos en busca de una respuesta que resuelva un conflicto, una dificultad o una necesidad. Tenemos que ponernos en marcha en buscar la solución. En palabras de Henry Ford: “no encuentres la falta, encuentra el remedio”.
Para poder actuar de forma adecuada en estos momentos, tenemos que partir de la base de que las recetas tradicionales que se aplicaban en otras crisis no tienen la misma efectividad en las circunstancias actuales. Ya no se trata tan solo de “sentarse sobre la caja” y preservarla.
Los niveles de endeudamiento que están experimentando las empresas españolas obligan no solo a vigilar su solvencia; sino a volcarse en mejorar el resultado operativo. Las compañías tienen que ser capaces de mejorar su eficiencia y, en definitiva, su generación de liquidez para atender a los compromisos contraídos. El endeudamiento con cobertura pública, (ICO, COFIDES, SEPI …) medida de supervivencia empresarial durante la pandemia, necesita ser devuelto y la generación de caja necesariamente viene por recuperar no solo los niveles de facturación y resultados previos a la pandemia; sino mejorarlos, creando ese colchón adicional que permita atender al endeudamiento adicional.
Si los financieros y, por supuesto, los asesores queremos ser “parte de la solución y no del problema” tenemos que ser pieza activa en ese crecimiento de margen y asegurar que sea saludable y sostenible. No vale solo con vigilar y ser cicatero con la caja. Tenemos que entender el negocio, proponer palancas de mejora, asegurar la creación de la liquidez neta y; por supuesto, adaptar esa liquidez a las necesidades de repago. Tenemos que adherirnos a la actividad de las compañías y entenderla.
En definitiva; se requiere desde ya una mayor implicación de la función financiera que se convierta en un auténtico “business partner”. Que se oiga su voz y sus contribuciones formando parte de la solución para la recuperación de los negocios. Asimismo, es vital evitar que las tensiones de liquidez aparezcan de nuevo a causa de los repagos del alto endeudamiento; sobre todo porque no es previsible contar con nuevos fondos públicos para “tapar” nuevos agujeros-. Porque tal y como decía Winston Churchill: “mejorar es cambiar; ser perfecto es cambiar a menudo”.
Apliquemos esta máxima en nuestra forma de trabajar y en lo que nos compete como asesores: guiar a las empresas en el camino de la recuperación. Pensemos en esencia cómo mejorar los resultados, cómo asegurar el crecimiento asegurando la disponibilidad futura de liquidez. No propongamos solo medidas que estiren la caja sin que la misma crezca porque, con la mejor de nuestras intenciones, en circunstancias como las actuales, esa mirada centrada en el corto plazo podría convertirnos en “parte del problema y no de la solución”.