El futuro empresarial es sostenible.
La tierra no es plana, el virus del COVID existe y sí, el calentamiento global es real. Este artículo no es para negacionistas, sino que está dirigido a ejecutivos y directivos que piensan que sus compañías deben generar beneficio no solo para sus accionistas sino también para el mundo.
Durante los últimos años, pero especialmente la última década, se ha visto cómo las empresas han pasado de una concienciación pasiva sobre la sostenibilidad a la adopción de un rol mucho más activo.
Día tras día se puede ver en prensa cómo nuevas compañías anuncian su compromiso con Zero Emisiones, o bien que adelantan la fecha de consecución del objetivo o que por ejemplo se han unido a algún programa/asociación como por ejemplo sciencebasedtargets.org o B Corps.
Además de iniciativas generalistas, hay otras alternativas que combinan sostenibilidad ambiental con objetivos sociales como por ejemplo Women Action Sustainability o que se focalizan en una industria determinada. Por ejemplo, Tendam se ha adherido a la iniciativa BCI (Better Cotton Initiative) con el compromiso de que en 2025 el 50% del algodón sea Better Cotton (asegura condiciones laborales de los productores/trabajadores e impacto en medio ambiente)
Si bien en algunos casos el esfuerzo en sostenibilidad puede venir determinado por una verdadera altura de miras de la alta dirección, en otras ocasiones los requerimientos regulatorios, la presión de los accionistas, los incentivos fiscales o el reporte en ESG ayudan a dar el paso.
Sin ir más lejos, Larry Fink, CEO de Blackrock, dirigió en a finales de 2020 a los presidentes de sus participadas “los riesgos de inversión generados por el cambio climático dan lugar a que se acelere de manera significativa la reasignación de capital, lo cual a su vez tendrá un impacto profundo en la evaluación de riesgos y activos alrededor del mundo”. Es decir, que “la sostenibilidad debe ser el nuevo estándar de inversión”. La forma en la que Blackrock pretende conseguir sus objetivos es a través de 1) Portafolios sostenibles, resilientes y transparentes (incluyendo herramientas de análisis digital de ESG); 2) Ampliando el acceso a inversiones sostenibles y 3) Mejorando la interacción, la votación y la transparencia en ‘stewardship’.
Si queda todavía alguna duda del camino a seguir, existen algunos datos adicionales que pueden ayudar a terminar de inclinar la balanza:
- Las cadenas de suministro gestionadas con foco en sostenibilidad pueden generar ahorros de entre un 9% y un 16%
- Uno de cada dos consumidores esta dispuestos pagar un premium por la compra de productos con impacto social y medioambiental positivo
- Los ingresos derivados de productos sostenibles han crecido a una tasa 6 veces mayor que la de otros productos
- Los millenials están invirtiendo el doble en activos sostenibles que la media…y es el inversor que viene
(Fuentes: Nielsen 2014; EY 2015; EY 2018, ICCR Institute 2015; Hendricks and Singhai, 2005 Proxy Preview 2016; Harvard Business Review 2017,CDP 2018, World Economic Forum - Beyond Supply Chains, Empowering Responsible Value Chains (2015))
Hoy en día, por lo tanto, la cuestión no es si los criterios ESG (Environmental, Social, Governance) importan, sino cómo lo incorporamos al modelo de negocio y operativo de las compañías… y rápido.
Si hemos tomado ya la decisión de actuar, el dilema que se nos presenta a continuación es cómo responder dos preguntas aparentemente simples: ¿Por dónde comenzar? y ¿Qué enfoque se debe tomar para conseguir resultados diferenciales de forma ágil?
La estadística nos ayuda a responder a la primera pregunta. Según estudios realizados por Ecovadis, la función de compras y cadena de suministro tienen el 47% de la responsabilidad sobre los objetivos de sostenibilidad de la empresa. Con este dato en mente, repensar la cadena de suministro prestando especial atención a la relación con terceros y a la transformación de los modelos de servicio es el mejor punto de partida para transformar las compañías hacia modelos más sostenibles.