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A propósito de Laffer

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Creer o no creer en la famosa “Curva” del economista estadounidense

Decía el Ex Conseller de Economía y Hacienda de la Generalitat Valenciana, Vicent Soler -muy querido y respetado Catedrático de Economía Aplicada-, en un encuentro organizado por EY Abogados en Valencia con el consejero de Economía de la Comunidad de Madrid, Javier Fernández Lasquetty, que él no creía en la “Curva de Laffer”. Y es que la famosa teoría del economista estadounidense Arthur B. Laffer, que en los años 70 popularizó la idea de que el aumento de los tipos fiscales puede arrojar una pérdida recaudatoria si se rebasan ciertos umbrales, así como una reducción de los gravámenes aplicables puede permitir una mejora de los ingresos a través del efecto crecimiento, está más en boga que nunca.

Ello se debe a la contraposición entre dos modelos impositivos adoptados en las distintas comunidades autónomas, por los tributos cedidos. Así, el grueso de las Comunidades gobernadas por el PP, con Madrid a la cabeza, ha optado por aplicar significativas rebajas impositivas en el tramo autonómico del IRPF, así como en los tipos del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, y por ampliar los supuestos de bonificación, reducción o exención en impuestos como el de Sucesiones y Donaciones o del Patrimonio (este último inexistente en países de nuestro entorno). Por su parte, las comunidades gobernadas por los nacionalistas o el PSOE, como en la Comunidad Valenciana, han optado por lo contrario: subidas del tramo de IRPF, que colocan el marginal en un nada desdeñable, y bordeando la confiscatoriedad, 54%, o el tipo de Transmisiones Patrimoniales en nada menos que el 10%, con notable impacto en el mercado inmobiliario, muy golpeado ya por la coyuntura inflacionaria.

Los que nos dedicamos al Derecho Tributario en nuestra querida Comunidad Valenciana, nos hemos hartado de dar la “buena nueva” a nuestros clientes de que, o les salía mucho menos a devolver o incluso debían pagar en su declaración del IRPF de 2021, debido a que sus empleadores les habían practicado las retenciones con el programa de la AEAT que usa la tabla estatal, y no considera, por tanto, la más que respetable subida en el tramo autonómico.

Y es que, no siendo especial seguidor del célebre asesor de Reagan, a uno, por defecto profesional, sí le da por interesarse por los datos que son tozudos e incontestables. Como insistió Javier Fernandez-Lasquetty en el referido encuentro en Valencia, la recaudación por IRPF en Madrid pasó de 8.618 a 11.664 millones de euros entre 2009 y 2019, ejercicios en los que esta Comunidad ha aplicado diferentes rebajas fiscales, y los ingresos por dicho impuesto subían los nada desdeñables 3.046 millones.

Afeaba hace unos meses la izquierda madrileña a la Sra. Díaz Ayuso, que, por mor de su rebaja fiscal de 2022, un trabajador madrileño medio pasará a pagar 467 euros menos que un catalán, 329 euros menos que un asturiano o 315 euros menos que un valenciano.

Pero hete aquí que llegó el triunfo de Juanma Moreno en Andalucía (recientemente revalidado con mayoría absoluta) y pasó a aplicar una rebaja de impuestos en la misma línea que Madrid. Y no ostentando Sevilla ni el Palacio de San Telmo la condición de capital ni de sede de la jefatura del Estado, la Junta de Andalucía cerró 2021 incrementando el 4,7% la recaudación de los tributos cedidos, con una cuantía de 2.148,1 millones de euros frente a los 2.051,35 millones de 2018. Las tres bajadas de impuestos aplicadas por el Gobierno andaluz generaron un saldo positivo de casi 100 millones de euros para las arcas regionales, según la Consejería de Hacienda y Financiación Europea.

Y permítanme que uno asista con resignación y envidia -nada sana, lo reconozco- al adelantamiento de Málaga a Valencia por el carril derecho y sin intermitente, en la atracción de inversiones que antes se llevaba de calle nuestra amada ciudad. ¿Tendrán que ver algo la bajada impositiva y la reducción de trabas burocráticas como coadyuvante a la atracción de inversiones?

Volvía el presidente Puig hace unos días a agitar la promesa de revertir a la situación anterior a la llegada del gobierno del “Botanic”, de los beneficios fiscales autonómicos en el Impuesto sobre el Patrimonio y en Sucesiones y Donaciones a las empresas de más de 10 millones de importe neto de cifra de negocio. Que tampoco crean que son muchísimo mejores que las estatales, lo que ha permitido a los empresarios familiares valencianos, gracias a Dios y a la Constitución, seguir aplicándolas, acudiendo a dicha normativa estatal. Bienvenido sea si se materializa finalmente. Sería un primer paso en la buena dirección -relativamente fácil de tomar-. Pero queda mucho por hacer para mirarse en el espejo de los que rebajando impuestos recaudan más y además consiguen que los que se benefician con esas rebajas fiscales sean en un 77% familias con ingresos inferiores a 33.000 euros. O… ¿Seguimos echándole la culpa al pobre Laffer?      

Publicado en Las Provincias

Resumen

La conocida teoría del economista estadounidense Arthur B. Laffer popularizó hace ya 50 años la idea de que el aumento de los tipos fiscales puede arrojar una pérdida recaudatoria si se sobrepasan ciertos umbrales y una reducción de los gravámenes aplicables puede permitir una mejora de los ingresos a través del efecto crecimiento. Su pensamiento vuelve hoy a estar en boca de todos.

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