En relación con la zona euro, el escenario macroeconómico muestra una mayor incertidumbre ante la heterogeneidad de los países que la configuran y los resultados que se están publicando. El crecimiento durante el 1Q 2023 de la zona euro ha sido negativo del -0,1% por segundo trimestre consecutivo, con un dato interanual del +1%. A este ambiente recesionario han contribuido sobre todo los países del norte de Europa, mostrando tasas negativas o insuficientes Alemania, Países Bajos e Irlanda, entre otros. Estos países están más afectados por su dependencia del exterior en materias primas y energía, reduciéndose el consumo de una forma generalizada ante la presión alcista de los precios. Curiosamente, la generación de empleo sigue siendo positiva situándose la tasa de paro en el 6,5%. En relación con la inflación, se mantiene de forma persistente en una zona alta lejos del objetivo del 2%, concretamente en el 5,5% con la subyacente en el 6,8%. Desde el 10,6% publicado el pasado mes de octubre, la presión en los precios ha disminuido ante la menor tensión de las materias primas y energía y de las cadenas de suministro. A pesar de todo, el Banco Central Europeo ha subido ocho veces el tipo oficial de interés desde el -0,50% al 3,50% actual. La presidenta Lagarde sigue considerando oportuno anticipar que los tipos podrían seguir subiendo. Los analistas consideran un máximo de dos alzas más para situarlo en el 4%. En paralelo, las cuentas públicas muestran un fuerte deterioro que no va a permitir grandes alegrías con relación al gasto público, dependiendo la mayoría de los países de la aplicación de los denominados fondos Next Generation. Ante esta situación, las perspectivas macroeconómicas de la zona euro son también muy livianas. El crecimiento del PIB puede que no alcance el 1% este año. Alemania parece que tendrá crecimiento negativo del -0,3%. La inflación no se ajustará al objetivo hasta finales del 2024. Por lo tanto, las expectativas tampoco parecen muy alegres.
Por último y en ambas zonas geográficas, el encarecimiento del crédito también debería afectar al crecimiento a través del descenso esperado en la inversión y el consumo. Las perspectivas de los tipos de interés son de cierto mantenimiento en los niveles actuales con posibilidades de descenso a partir de los últimos meses del 2024. El tensionamiento del mercado interbancario también puede verse afectado por otras medidas adoptadas por los bancos centrales como la reducción de balance o la supresión de las subastas de liquidez. Por lo tanto, al haber menos dinero en el sistema hay más dificultades para que se observen descensos en los tipos de interés que afectan a la financiación de empresas y familias.
Como conclusión y teniendo en cuenta los dos tipos de análisis mencionados, para la predicción a plazo del tipo de cambio del dólar USA frente al euro, parece ser que no son concluyentes y la volatilidad e incertidumbre van a seguir siendo variables para tener en cuenta en los próximos meses. La mayoría de los analistas siguen considerando que el dólar USA podría estar todavía sobrevalorado en los mercados entre un 5% y 10%. El rango esperado de comportamiento para lo que resta de año podría situarse entre 1,0600 – 1,1600 USD/EUR y para el 2024 entre 1,1000 y 1,2000 USD/EUR. Sin embargo, no recordamos ninguna previsión u opinión publicada históricamente que haya acertado plenamente en sus pronósticos. Siempre ocurren nuevas circunstancias inesperadas que alteran la tendencia de una divisa. Por lo tanto, la gestión de la incertidumbre y volatilidad es fundamental para evitar efectos no deseados en la cuenta de pérdidas y ganancias y balance de nuestras compañías. Las proliferación de instrumentos financieros para cubrir riesgos por tipo de cambio, también exige una mayor formación para analizar su idoneidad e impactos financieros y contables que pueden tener en el día a día de las empresas.