Para los próximos trimestres no parece que vaya a cambiar la tendencia: todo apunta a que los desequilibrios van a persistir. Lo cual se traduce en mayores expectativas alcistas que la mayoría de los bancos centrales traducen en próximos aumentos por un total entre 50 pb y 100 pb.
En este periodo denominado de “normalización monetaria” la Reserva Federal norteamericana (FED) podría rebajar la agresividad en la cuantía de sus decisiones restrictivas en función de la evolución de los acontecimientos. Su inflación es más de demanda que, de oferta, al tratarse EEUU de un país que puede autoabastecerse de los principales productos que están alterando globalmente los precios. Sin embargo, la propia FED anticipa que los fondos federales pueden superar el 5% en el 2023, aceptando un periodo de crecimiento económico por debajo de su tendencia histórica y un posible deterioro del mercado laboral. En su revisión de las previsiones macroeconómicas, pronostican un crecimiento del PIB para el 2023 en el 0,5%, similar al de este año, con una marginal recuperación al 1,6% en el 2024. La inflación se debería mantener entre el 2,5% y el 3,1% los próximos dos años desde el 7,1% actual. La tasa de paro cederá hasta el 4,6% desde el 3,7% al cual esperan cerrar el 2022. Estas previsiones son aceptadas por la mayoría de los analistas, pero van más allá, anticipando dos trimestres de crecimiento negativo al principio del 2023 y sitúan los fondos federales en el mes de febrero en el rango 4,75% - 5,00%.
En el caso del Banco Central Europeo, su postura se está radicalizando al mantenerse la inflación por encima del 10%. La presidenta Lagarde declaró tras última reunión de su Consejo Rector que los tipos de interés europeos tendrán todavía que aumentar “significativamente” a un ritmo sostenido hasta niveles lo suficientemente restrictivos para reconducir la inflación al 2%. Por lo tanto, la carrera alcista no ha acabado, anticipándose tasas al 3,0% o 3,5% a lo largo del 2023. En paralelo y a diferencia de la FED, el BCE también anuncio que a partir del mes de marzo 2023 va a iniciar la reducción de su balance no reinvirtiendo los vencimientos de deuda por 15.000 millones de euros mensuales. Esta nueva situación debería de presionar más aún el comportamiento del mercado interbancario. Ante este panorama, el BCE también ha revisado sus previsiones macroeconómicas, situando el crecimiento del 2023 en el 0,5% tras el 3,4% de este año. También consideran que la inflación no bajará hasta el 2025 a su objetivo del 2%, cerrando este año en el 8,4% y en el 6,3% y 3,4% en el 2023 y 2024. Curiosamente, no anticipan destrucción de empleo, manteniendo la tasa de paro por debajo del 7% durante los próximos años.