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Por qué el CFO es clave para una exitosa salida a bolsa


Debe haber una perfecta alineación CEO/CFO en la conversación con inversores al vender la historia de la salida a bolsa

Cuando se habla de una potencial salida a bolsa todas las miradas se centran en el CFO como uno de los principales líderes en la organización que hará posible que eso ocurra. Es, ciertamente, el miembro del equipo gestor que, en perfecta sintonía con el CEO, debe asumir la responsabilidad y el reto mayúsculo que se ha puesto sobre la mesa.

Motivación y beneficios al plantear una salida a bolsa

En términos generales, una de las razones principales para que un negocio decida plantearse una salida a bolsa es acceder a una amplia fuente de financiación que le pueda ayudar a llevar el negocio al siguiente nivel (e.g. internacionalización, completar una adquisición estratégica o consolidación de posición dominante), si bien también puede haber otras motivaciones, como son:

  • Buscar una solución para ofrecer un exit total o parcial al stock de inversores privados y/o del actual equipo gestor.
  • Mejorar la percepción del negocio interna y externamente gracias a una mejora del reporting periódico, el gobierno corporativo y los estándares de auditoría y control interno, motivados todos ellos por un mayor escrutinio regulatorio. Una cotización ayuda a crear la percepción de que los valores de la empresa son una compra segura, que es una empresa viable y tienen un verdadero poder de permanencia.
  • Percepción de la valoración real de la empresa en el mercado fruto de un análisis externo considerable.

También es cierto que anunciar que pretendes salir a bolsa es un reto que supone una atracción de talento, al que es posible que muchos profesionales quieran sumarse dado que los sistemas de retribución suelen estar alineados con el valor de la acción y, por tanto, con el crecimiento sostenible del negocio a largo plazo.

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Estas motivaciones van a determinar tanto la definición de la historia que la empresa va a contar a los inversores (i.e. Equity Story), como la estrategia general de la OPV, el grado de preparación necesario y el tiempo requerido para atraer a los inversores adecuados o la elección de los Stakeholders.

Costes que hay que tener en cuenta en este proceso (y no sólo bos referimos a coste económico)

El CFO encabeza con frecuencia el esfuerzo del proceso de salida a bolsa, ya que debe coordinar los recursos internos y externos (identificando asesores de confianza), y liderar la transformación de la función financiera, algo que requiere una gran dedicación y tiempo invertido en el proceso. También debería prepararse física y mentalmente para estar en forma y llegar de la mejor manera posible al día en que se hará sonar la campana en la bolsa.

Muchos CFO con experiencia en salidas a bolsa dejan claro que el periodo previo a la salida es una tormenta de actividad, emoción y problemas por resolver. Por lo que recomiendan calcular las personas necesarias para ello (e incluso añadir 2 o 3 profesionales más), para construir un equipo sólido que funcione de forma apropiada. En algunos casos, es necesario involucrar a un equipo externo de gestión de proyectos que ayude a organizar, planificar y monitorear el proceso, con el fin de mitigar riesgos y aumentar la probabilidad del éxito.

La preparación antes de tocar la campana

Para muchas empresas que comienzan a considerar la posibilidad de cotizar en bolsa, la pregunta clave a hacerse es si una potencial OPV es el siguiente paso a dar. Para ello, conviene realizar un diagnóstico que será determinante para un buen posicionamiento de la empresa, incluyendo un análisis de los pros y los contras y el uso que se haría de los fondos. A su vez, este planteamiento está en línea con las primeras preguntas que los inversores se hacen en los roadhows.

Este proceso de evaluación debe ser algo que la empresa se tome muy en serio y planifique con tiempo suficiente para garantizar las probabilidades de éxito, normalmente 2-3 años antes de la fecha objetivo para salir a bolsa. Durante el mismo, la empresa evaluará sus equipos (ventas, legal, fiscal, finanzas, sistemas, etc.), el flujo de información (por ejemplo, el estado de los sistemas de información como CRM, finanzas y nóminas) y la cultura de la empresa. Con el último aspecto, la atención se centra en la capacidad de crear un equipo de gestión que apueste por el crecimiento y la transformación, así como la capacidad para atraer nuevo talento y liderazgo a la empresa.

En mi experiencia, los mayores casos de éxito se han dado en aquellas empresas que han vivido el proceso de salida a bolsa como un proceso de transformación a largo plazo.

Adicionalmente, este proceso implica crear departamentos que actualmente pueden no existir, como Auditoría Interna, Gobierno Corporativo o Risk Management.

El Departamento Financiero de una empresa privada normalmente no está preparado para desarrollar esa función en una empresa cotizada y esto requiere la mejora de la capacidad técnica y operativa de la función contable, el reporting externo y la auditoría interna. También es habitual añadir la función de Relación con Inversores, que velará por el cumplimiento de los plazos de entrega de información financiera al regulador del mercado, así como de gestionar y cumplir las expectativas de los inversores.

Es clave construir un equipo financiero sólido que esté preparado para resolver los múltiples retos en el camino hacia la salida a bolsa, como podría ser, por ejemplo, la adquisición y correcta integración de un competidor meses antes de la potencial OPV. Este punto es especialmente importante si el CFO no tiene experiencia previa en este proceso tan complejo. En una encuesta reciente realizada por EY se puso de manifiesto que para la gran mayoría de los inversores institucionales, la calidad de la gestión fue el factor no financiero más importante a la hora de evaluar la nueva oferta.

El equipo financiero debe tener actitud y aptitud. Y esto aplica tanto al equipo interno como al externo (e.g. auditores y asesores externos).

Se trata de hacer ingeniería inversa desde el momento de la salida a bolsa hacia atrás para dimensionar a tu equipo de modo que puedas cumplir con los múltiples requisitos tras dar la campanada.

El CFO deberá trabajar mano a mano con el CEO en el roadshow

El CFO debe entender por qué se quiere sacar a bolsa el negocio (e.g. para dar salida a inversores y equipo gestor actual para comenzar o continuar la expansión internacional), de modo que pueda explicarlo a los inversores (normalmente en una serie de roadshows las semanas previas a la salida a bolsa).

Es en ese contexto donde el CFO complementa con datos y detalle financiero la historia que el CEO quiera contar.

El CEO articula y ejecuta la visión y la estrategia comercial de la empresa y el CFO añade la confianza que los inversores necesitan para comprender que no se trata de “castillos en el aire” sino de un equipo perfectamente equilibrado entre la visión de lo que se quiere lograr y los recursos y el plan para lograrlo.

Debe haber una perfecta alineación CEO/CFO en la conversación con inversores al vender la historia de la salida a bolsa. De lo contrario, lo más probable es que no sea una salida a bolsa todo lo exitosa que sería deseable.

Qué pasa después de la salida a bolsa (y un par de aprendizajes)

El día de la salida a bolsa no es el final sino el comienzo de la parte más dura, que es madurar como negocio bajo el escrutinio público. A menudo los emisores están muy respaldados hasta la OPV, pero una vez que cotizan las cosas tienden a complicarse, ya que las expectativas de los inversores crecen y el apoyo de los asesores externos disminuye. Es momento de cumplir con las expectativas que fueron fijadas y también con los requerimientos del mercado de capitales, que generalmente demandan una respuesta rápida a las solicitudes de los inversores.

El CFO, tras la salida a bolsa, normalmente empezará a dedicar más tiempo a la función de relación con inversores (que quieren conocer cómo está desarrollándose el negocio), y a asesorar al Consejo de Administración.

Los principales aprendizajes de quienes lo han logrado son i) no infraestimar el tiempo de dedicación necesario para la salida a bolsa y planearlo tan pronto como sea posible gracias a un equipo financiero con gran aptitud y actitud para resolver los múltiples retos que hay por delante, ii) dedicar más tiempo al negocio y no centrarse demasiado en obtener un precio alto en la salida y iii) tener la suficiente flexibilidad en cuanto a tiempos para optimizar las ventanas del mercado.

Las salidas a bolsa ante esta situación del COVID-19

En la actualidad se observa una disminución en la actividad de OPVs en comparación con el primer trimestre de 2021, algo que no es sorprendente, ya que a nivel mundial el primer trimestre del año pasado fue el más activo en los últimos 21 años. Sin embargo, el impacto del mercado por los conflictos y tensiones geopolíticas, la incertidumbre sobre la recuperación económica por razones que incluyen las preocupaciones en torno al COVID-19, la inflación y los aumentos de los tipos de interés, hacen que las empresas que se plantean una salida a bolsa revalúen cómo estos desafíos afectarán a los mercados, clientes y proveedores de sus negocios.

Estas circunstancias no son iguales para todos. Sectores como el de la Energía, Telecomunicaciones y las empresas biofarmacéuticas han liderado el número de salidas a bolsa en el último ejercicio, ya que se han visto reforzadas por el actual entorno económico y las condiciones del mercado. En cualquier caso, desde nuestra experiencia, el proceso de “maduración” que vive una empresa que planea hacer una OPV es bueno para cualquier negocio, ya sea para terminar cotizando o no, ya que este proceso podría servir también para una potencial venta estratégica. Al final, una empresa que esté debidamente preparada para una oferta pública inicial, debería estar mejor posicionada que otra ante otro tipo de transacción alternativa, por el simple hecho de tener que cumplir con una estructura de gestión adecuada y un gobierno corporativo sólido.

En mi experiencia, el proceso de salida a bolsa tiene muchas sinergias y requisitos compartidos con los que se llevarían a cabo para cualquier otro tipo de transacción alternativa, por lo que un enfoque “dual” puede ser ejecutado de manera eficiente sin necesidad de duplicar los costes. Ante este escenario marcado por la volatilidad y la incertidumbre, son muchas las compañías que han apostado por diversificar su enfoque, lo que se traduce en que estas empresas pueden aumentar significativamente sus opciones estratégicas y poder de negociación mientras reducen el riesgo de ejecución.


Resumen

El CFO encabeza el esfuerzo del proceso de salida a bolsa, ya que debe coordinar los recursos internos y externos y liderar la transformación de la función financiera, algo que requiere una gran dedicación y tiempo invertido en el proceso. También debería prepararse física y mentalmente para estar en forma y llegar de la mejor manera posible al día en que se hará sonar la campana en la bolsa. Es clave construir un equipo financiero sólido que esté preparado para resolver los múltiples retos en el camino hacia la salida a bolsa. Debe haber una perfecta alineación CEO/CFO en la conversación con inversores al vender la historia de la salida a bolsa. De lo contrario, lo más probable es que no sea una salida a bolsa todo lo exitosa que sería deseable.


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