El mundo tributario está atravesando un proceso de transformación que impacta de lleno en las decisiones de inversión y empleo. En ese contexto, Uruguay enfrenta el desafío de acompañar las nuevas tendencias sin afectar sus fortalezas económicas. Fernando Reggio, socio director de Asesoramiento Impositivo en EY Uruguay, analizó los principales puntos que deberían observarse para acompañar los cambios sin perder competitividad.
Bajo este escenario, uno de los temas centrales es la implementación del impuesto mínimo global, también conocido como Pilar 2. Este régimen busca que las empresas multinacionales, con ingresos anuales superiores a 750 millones de euros, paguen al menos 15 % de impuestos en cada país donde operan y generan ganancias.
En el caso de Uruguay, esto plantea un desafío en zonas francas y en proyectos promovidos que actualmente cuentan con exoneraciones o devoluciones fiscales. “La cuestión es cómo quedar dentro de ese esquema global sin afectar la inversión ni el empleo. La única manera de crecer es que se invierta más, y para que eso suceda, las inversiones deben ser rentables”, explicó el contador.
Uruguay ha sorteado otros desafíos similares en el pasado. “El gobierno anterior adoptó una actitud prudente y esperó a ver qué hacían otros países. Hoy ya hay unas 60 jurisdicciones con legislación vigente y este nuevo gobierno manifestó su intención de abordar el tema”. En ese sentido, destacó la calidad técnica del país, tanto en el sector público como privado, para construir una salida adecuada.
Zonas francas e incentivos fiscales
Uruguay ha apostado históricamente por esquemas como las zonas francas y los proyectos promovidos para atraer inversión. "No se trata de mecanismos originales de Uruguay, sino de herramientas que ya han sido implementadas con éxito en otros países y cuya aplicación en Uruguay también ha resultado altamente exitosa. La cuestión es que los tributos son parte del costo de una inversión. Si sube la carga fiscal, baja la rentabilidad y, por lo tanto, disminuye el interés en invertir”, dijo el contador.
Reggio plantea que la mejor política tributaria es la administración eficiente de los recursos públicos: “Con una mejor gestión del gasto, se puede reducir la presión tributaria general y, por tanto, disminuir la necesidad de otorgar grandes incentivos”.
IVA personalizado: un régimen que en realidad ya existe
Otro de los puntos mencionados fue el IVA personalizado. “En Uruguay ya existe un esquema de IVA diferencial desde hace tiempo. Por ejemplo, si una persona paga con determinados medios en un restaurante, la tasa baja de 22 % a 13 %. Lo mismo ocurre con ciertos beneficios para turistas extranjeros”, explicó Reggio.
En los últimos tiempos se ha planteado la posibilidad de extender este esquema a zonas de frontera con Brasil, donde la diferencia de precios genera una fuerte competencia desleal. “Sería necesario estudiar cómo identificar con precisión a los beneficiarios y evitar errores. Hoy, quienes soportan la carga administrativa de estos mecanismos son los procesadores de pagos, que son empresas privadas. Manejan millones de operaciones, con el costo operativo y el riesgo de errores que eso implica”, detalló el contador.
Un escenario que exige diálogo e información
“Hoy la información circula a gran velocidad, y en el ámbito tributario no es la excepción”, subrayó Reggio. Para Uruguay, el desafío está en adaptarse a este nuevo escenario global, manteniendo su atractivo para la inversión sin dejar de cumplir con las nuevas exigencias fiscales.
“Lo que se decida implementar deberá ser el resultado de un análisis conjunto entre sector público y privado, tomando las mejores experiencias internacionales y adaptándolas a nuestra realidad”, concluyó el especialista.