Reflexiones finales
Decía un buen amigo que, para saber realmente dónde tiene uno puestas sus preferencias en la vida, podemos hacer un ejercicio muy sencillo. Analizar cuantos minutos al día dedicamos a cada faceta de nuestra vida. Pongo algunos ejemplos: familia, trabajo, aficiones, descansar, etc.
De esta manera, si, del resultado de este simple ejercicio, sale una balanza muy descompensada, por ejemplo, hacia el trabajo o a determinadas aficiones; éstas serán en realidad las que constituyan nuestra preferencia vital.
Y también me decía mi amigo, que tenemos cierta tendencia y facilidad a engañarnos a nosotros mismos, alegando que esas otras facetas a las que pudiéramos dedicar menos tiempo, en realidad son también importantes, porque esos escasos minutos no se tratan de minutos “corrientes” sino minutos que definimos “de calidad”.
Que cada uno, si quiere, haga este simple ejercicio.
Del resultado del estudio, se observa una gran divergencia entre la dotación presupuestaria y el dimensionamiento de equipos que las organizaciones dedican a las labores de cumplimiento. Sirviéndome de este simple ejercicio, trasladémoslo al ámbito empresarial: para conocer dónde tiene sus preferencias una organización; fijémonos en qué invierte su presupuesto y cuántas personas forman sus equipos.
En este sentido, invito a las organizaciones a evaluar dos aspectos relevantes, uno interno y otro externo, acerca de la dedicación presupuestaria y de recursos dedicados a la Función de Cumplimiento, que cada uno deberá contextualizar a la realidad de su organización y sus riesgos:
- ¿Se consideran idóneos para ejercer de forma efectiva la Función, para crear una cultura de cumplimiento, para la evaluar y gestionar periódica y rigurosamente los riesgos a los que se expone, así como supervisar y vigilar de forma continua el Sistema de Cumplimiento?
- A los ojos de un tercero ¿puede suponer un elemento a favor o en contra para hacer creíble la eficacia del Sistema de Cumplimiento y la Autonomía de la Función? ¿Dotaría de mayor o menor credibilidad al compromiso del Órgano de Administración en relación con el Cumplimiento?
Me atrevo a vislumbrar dos motivos que pudieran se explicativos de esta divergencia:
1. El Cumplimento no es lo mismo para las organizaciones.
- Llevamos muchos años escuchando hablar del Cumplimiento en distintas conferencias, artículos, asociaciones y directrices con mejor o peor acierto. Fruto de nuestra experiencia, nos hemos dado cuenta de algo paradójico.
Conceptualmente, hablamos de aspectos aparentemente similares relativos al Cumplimiento (aparentemente hablamos de lo mismo), pero cuando hemos tenido la oportunidad de conocer y profundizar en los Sistemas de Cumplimiento de distintas organizaciones, es cuando nos hemos dado cuenta de la gran divergencia que existe en estos aspectos (realmente podemos estar hablando de cosas muy distintas).
De este modo, se podría dar la paradoja de asistir a un coloquio entre dos representantes de dos organizaciones en el que, aparentemente, están hablando de los mismos conceptos (independencia, autonomía, riesgos de cumplimiento, formación, normas, controles, supervisión…), pero que dista un universo entero en su aplicación práctica y, obviamente no requerirán ni el mismo presupuesto ni la misma dedicación de recursos, pero expone a las organizaciones y a sus órganos de administración a determinados riesgos que no deben pasarse por alto.
2. El Cumplimiento no es importante para algunas organizaciones.
- En este sentido me refiero a la introducción en párrafos anteriores. Para saber si es importante fijémonos en la cuantía que dedica la Organización al Cumplimiento y si es proporcional a su tamaño, los riesgos a los que tiene exposición, a su complejidad empresarial y su diversificación internacional.
De nuevo, las organizaciones corren el riesgo de cumplir con la profecía del autoengaño anteriormente referida. Si en promedio dedico al año menos de 10 horas para ir al gimnasio, podré decir cualquier cosa menos que es una prioridad para mí. En última instancia podré llegarme a convencerme a mí mismo, pero difícilmente convenceré a terceros.
- Pero ¿puede darse alguna circunstancia en la que el despliegue de Sistemas de Cumplimiento realmente no sea importante o no tenga sentido?
Recuerdo dar una conferencia en Sevilla hace años, donde preguntaron acerca del Cumplimiento en la microempresa ¿Tendría sentido desarrollar Sistemas de Cumplimiento en una empresa con un administrador único en el que, además, confluye todo el poder de decisión? ¿En una empresa donde se asimilan casi perfectamente las decisiones de la persona jurídica y física? ¿Sería creíble? Ahí lo dejo.