En Latinoamérica, la expansión de la telemedicina durante la pandemia generó un terreno fértil para la adopción de estas soluciones. El desafío es lograr que estas tecnologías se integren a los sistemas existentes, protejan la privacidad de los datos y lleguen a poblaciones diversas, incluidas las de bajos ingresos y zonas rurales.
Desafíos y oportunidades para Latinoamérica
La crisis de salud mental no es exclusiva de nuestra región, pero en Latinoamérica adquiere características particulares:
- Alta desigualdad social y económica.
- Baja inversión en salud mental preventiva.
- Sistemas fragmentados y, en muchos casos, con falta de coordinación entre actores públicos y privados.
- Estigma cultural que limita la búsqueda de ayuda.
No obstante, también existen oportunidades únicas:
- Crecimiento acelerado de la salud digital, que puede democratizar el acceso.
- Ecosistemas colaborativos entre gobiernos, aseguradoras, organizaciones sociales y empresas privadas.
- Demanda creciente de la población joven, que está más abierta a hablar de salud mental y a utilizar herramientas digitales para atenderla.
La investigación de EY señala un camino claro: un modelo de salud mental basado en datos, centrado en el paciente y orientado a resultados medibles. Implementar esta visión en Latinoamérica requiere coordinación intersectorial, innovación tecnológica y voluntad política para priorizar la prevención sobre la atención de crisis.
La salud mental es un desafío urgente y, al mismo tiempo, una oportunidad estratégica para la región. Transformar los modelos de atención no solo mejorará los resultados clínicos, sino que tendrá un impacto directo en la productividad, el bienestar social y la sostenibilidad económica de la región.
El EY Global Mental Health Care Survey 2025 ofrece evidencia y recomendaciones que pueden guiar este proceso. La tarea para los líderes de salud en Latinoamérica es clara: invertir en datos, transformar la atención, medir el progreso y acompañar al paciente en cada paso de su recorrido. Con una visión integral y colaborativa, la región puede dar pasos decisivos hacia sistemas de salud mental más accesibles, equitativos y efectivos para todos.