“Si el trabajador realiza la denuncia, el acosador puede recibir una sanción penal por faltas al pudor que pueden tener una pena de hasta cinco años”.
De igual manera, al hacer una comparación con otros países de la región, encontramos una situación similar en México, Brasil y Argentina, donde el 37%, 36% y 31% de las mujeres sufren algún tipo de acoso o discriminación en sus centros laborales, respectivamente. Ante el escenario actual cabe preguntarnos nuevamente de qué hablamos cuando nos referimos al hostigamiento sexual en el trabajo.
APROXIMACIONES AL ACASO
La normativa laboral define este flagelo como “toda conducta que, contra el consentimiento de la víctima, pretenda conseguir una relación de tipo sexual amenazando a su empleo o sus condiciones de trabajo y/o creándole un entorno intimidatorio, degradante u ofensivo”.
Pero hablar de acoso sexual en el ámbito laboral va mucho más allá de un concepto definido por una norma, es hablar de un flagelo que muchas veces puede ser invisible y que sobrevive gracias al alto grado de permiso social que aún existe para todo tipo de violencia contra las mujeres.
Es hablar de situaciones fácilmente identificables como los tocamientos indebidos, las propuestas sexuales a cambio de beneficios laborales, los chantajes y de otras tan cotidianas como los chistes o bromas de contenido sexual, el uso de imágenes pornográficas o eróticas en la ambientación de los centros de trabajo, de gestos obscenos, u observación clandestina de personas en lugares reservados, de invitaciones comprometedoras, de los piropos u otros comentarios subidos de tono que puedan incomodar a una mujer, por mencionar algunas.
LOS EFECTOS NO SON DE CORTO PLAZO, Y CUESTAN
Los efectos que el hostigamiento sexual en el lugar de trabajo tiene sobre la víctima son diversos, por ejemplo sobre la salud física se encuentran los problemas a más largo plazo como cefaleas crónicas y enfermedades del corazón, entre otros.
Entre los problemas psicológicos derivados de este tipo de violencia, las investigaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) evidencian que las mujeres que sufren violencia sexual en el lugar de trabajo tienen entre tres a cinco veces más probabilidades de sufrir depresión, trastornos de estrés postraumático, abuso de sustancias y tendencias suicidas frente a las mujeres que no han sufrido violencia. También están en mayor riesgo de asumir conductas autodestructivas como el abuso de alcohol y de tabaco. Además, es posible que presenten fatiga crónica, pero no pueden conciliar el sueño; pueden tener pesadillas o trastornos de los hábitos alimentarios, aislarse y retraerse.
En tanto, las empresas tampoco se encuentran exentas de los perjuicios de este flagelo. Se estima que en el Perú, de acuerdo con un estudio encargado por la Cooperación Alemana (GIZ por sus siglas en alemán), los costos empresariales como consecuencia de este tipo de agresiones contra las mujeres ocasiona una pérdida anual de más de US$6,700 millones, debido a 70 millones de días laborales perdidos tanto por quienes agreden como por quienes son agredidas, resultado equivalente a una pérdida de 3.7% del producto bruto interno (PBI).
“Se estima que en el Perú los costos empresariales como consecuencia de este tipo de agresiones contra las mujeres ocasionan una pérdida anual de más de US$6.700 millones”.
Sin duda, el hostigamiento sexual en el lugar de trabajo es un atentado a la integridad física y psicológica del trabajador y la existencia de este comportamiento implica un incumplimiento del empleador a sus obligaciones de protección de la salud y seguridad de los trabajadores y prevención de riesgos laborales.
¿Qué pueden hacer los empleadores para combatirlo?
• Difundir información competente sobre hostigamiento en el trabajo a través de guías y prácticas
• Impartir programas para aprender a combatir el hostigamiento laboral
• Elaborar procedimientos para denunciar casos de hostigamiento en el trabajo
• Implementar sanciones con criterios definidos contra los que resulten responsables
Resumen
Las empresas que no implementen acciones decididas contra el hostigamiento sexual se enfrentan a una inevitable pérdida de la productividad, por lo que deben tener planes de acción tanto para evitar que se produzcan casos como para castigar a los perpetradores.