De acuerdo con el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), el Perú ostenta el quinto lugar de 49 países analizados, en cuanto al índice general de actividad emprendedora, como resultado de un entorno que promueve el emprendedurismo y por la confianza de los emprendedores en sus capacidades de iniciar un negocio.
No obstante y según el GEM, el país también lidera el índice de discontinuidad en los emprendimientos en América Latina y el Caribe, basados en la poca innovación, poca rentabilidad y demanda de capital, carga fiscal y burocracia, venta, retiro o procura de otras oportunidades, entre otros. Políticas de promoción gubernamentales, (poco) financiamiento al emprendedurismo, impuestos, burocracia, infraestructura comercial y legal son algunas de las mayores brechas halladas por el GEM, que a su vez constituyen nuestros desafíos conocidos. Asimismo, resulta interesante la valuación acerca del emprendedor peruano por su muy bajo miedo al fracaso (posición 38 de 49 países estudiados), temido por el 30,2% de emprendimientos.
En el Perú, mientras aguardamos que el gobierno impulse con fuerza la Política Nacional de Competitividad y Productividad, un reciente estudio de EY, tomado sobre la base de diversos líderes empresariales premiados por su impacto nacional y mundial bajo el reconocimiento Entrepreneur of the Year (“EoY”), ha identificado las características típicas de emprendedores exitosos, a saber: 1) miran al mundo de manera diferente y sueñan y ambicionan oportunidades, y 2) tienen la urgencia de vivir la vida plenamente: con pasión en lo que hacen, confianza, trabajo arduo, resiliencia y habilidad de aprender de los errores.
Así, los rasgos comunes a 15 EoY estudiados e identificados en el emprendedor triunfador son: a) la motivación (y automotivación), 2) la pasión y laboriosidad, 3) la agilidad empresarial y la rápida aplicación pragmática de cambios, a detalle, 4) el liderazgo inspirador al grupo de trabajo al saber comunicar, persuadir, inspirar y respetar, 5) la visión y el foco determinados, 6) el hambre por aprender, 7) los valores, la confianza y el amor al prójimo, y 8) la anticipación, resiliencia y persistencia.
Si lo anterior perfila su ADN, los retos de atreverse a emprender, según el citado estudio, comprenden ocho desafíos a tener en mente para distinguirse, de manera tal que el emprendiiniento prospere con mayor predictibilidad, y que son: 1) reconocer las preferencias de los clientes y el comportamiento de los consumidores, 2) saber reclutar y retener el talento top, 3) conocer nuevos competidores, modelos de negocios y el valor del supply chain, 4) saber “leer” la globalización, 5) conocer la regulación los riesgos de su no cumplimiento, 6) atender y entender la disrupción tecnológica, 7) franquear los retos del acceso al capital y 8) anticipar los cambios de cada ecosistema: fusiones, compras, alianzas.
A ello se agrega un ingrediente diferenciador: el instinto: mezcla de experiencia trasvasada a lo nuevo, poder del subconsciente o sincronización entre la razón y el corazón. Saber escucharse es tener a un buen consejero en esta época de valores menguados.
Hallamos a un emprendedor prácticamente en cada actividad y no solamente en nuevas entidades legales, sino en disrupciones dentro de las empresas, nuevos productos y servicios, nuevas unidades de negocios, cada nuevo proyecto. Entonces, partiendo de nuestro nacional y mensurado arrojo emprendedor citado, cuanto más Perú inspire a inspirar mejor, más desarrollo habrá.
