Según el estudio, los impulsores de la expansión de las marcas blancas serán aspectos como el crecimiento de los hard discounters, la mayor flexibilidad del consumidor para probar nuevos productos y la mejora de la percepción de las marcas blancas por parte de los consumidores, quienes tienen una mayor disposición a adquirir estos productos no solo por su precio, sino también por calidad percibida.
EY Parthenon destaca que las marcas blancas traen importantes beneficios tanto para los retailers como para los fabricantes. En cuanto al primer grupo, algunos de ellos son la posibilidad de incrementar márgenes, incrementar la lealtad hacia el punto de venta e innovar o hacer nuevos lanzamientos sin necesidad de una gran inversión. En cuanto a los fabricantes, algunos puntos a favor son el aprovechamiento de la economía de escala, el fortalecimiento de la relación con hard y soft retailers, la negociación de la posición en el anaquel, entre otros.
“Es crucial que tanto retailers como fabricantes evalúen la situación actual y perspectivas del mercado para aprovechar de la mejor manera posible esta tendencia regional y global de mayor disposición de compra de productos de marcas blancas. Hacia el futuro, se espera que nuevos factores continúen transformando las preferencias del consumidor, tales como mayores presiones inflacionarias y una menor capacidad adquisitiva de los consumidores, una mayor relevancia de canales como el comercio electrónico y marketplaces, frecuentes disrupciones en las cadenas de suministro y servicios logísticos, nuevos hábitos de compra en categorías que habían permanecido estables, cambios en la dinámica y relación entre fabricantes y retailers, entre otros”, finaliza Marco Orbezo.