En Colombia, la sostenibilidad ha dejado de ser un diferencial reputacional para convertirse en un eje fundamental de competitividad, resiliencia y cumplimiento regulatorio. En un entorno donde la biodiversidad es riqueza estratégica y la presión regulatoria crece a ritmo acelerado, cada vez más organizaciones están comprendiendo que gestionar sus impactos sociales y ambientales no solo es lo correcto: es también lo más inteligente.
Esta evolución está impulsando una transformación profunda en la forma en que las empresas reportan, analizan y actúan frente a sus desafíos en sostenibilidad. Así lo refleja la experiencia de EY Colombia acompañando a un importante grupo del sector de oil & gas, que buscaba llevar su proceso de reporte de sostenibilidad al siguiente nivel, no solo para cumplir con estándares internacionales, sino para convertirlo en un motor de mejora continua, alineación organizacional y toma de decisiones estratégicas.
De los reportes al valor real
Durante años, muchas compañías colombianas han adoptado prácticas voluntarias de reporte bajo marcos como GRI o SASB, reconociendo el valor reputacional, fiscal y competitivo de mostrar avances concretos en sostenibilidad. Sin embargo, el contexto ha cambiado.
Colombia se prepara para adoptar normas obligatorias de reporte no financiero, incluyendo los estándares de sostenibilidad de IFRS, lo que exigirá a las empresas no solo tener datos, sino contar con procesos y controles sólidos, transversales y auditables que respalden sus compromisos.
En este escenario, EY trabajó junto al grupo de la industria extractiva para rediseñar su proceso de reporte de sostenibilidad consolidado. Se basó en mucho más que una mejora técnica: se buscaba una transformación cultural.
El reto consistía en alinear a múltiples áreas y filiales alrededor de una visión común de sostenibilidad, con procesos más eficientes, controles más rigurosos y una narrativa más coherente del impacto empresarial.
El resultado fue un proceso optimizado que redujo los tiempos de entrega del informe 2024, eliminó reprocesos innecesarios y, sobre todo, logró que cada unidad de negocio entendiera su rol en la construcción de valor sostenible. Lo que antes era una obligación operativa se convirtió en una herramienta estratégica de gestión.
Sostenibilidad en la agenda del liderazgo
La sostenibilidad está dejando de ser un valor aspiracional para convertirse en un criterio esencial de gestión y cumplimiento. La regulación a nivel global y local avanza rápidamente hacia la obligatoriedad de los reportes de sostenibilidad, con estándares más exigentes, mayor escrutinio y expectativas crecientes por parte de inversionistas, reguladores y la sociedad.
En este contexto, aún persisten desafíos. Según la encuesta EY 2025 Board Priorities en Colombia, solo el 42% de los miembros de juntas directivas recibe información suficiente sobre riesgos climáticos, y más de la mitad considera que estos temas ocupan poco espacio en las discusiones estratégicas.
Superar esta brecha implica evolucionar desde reportes informativos hacia herramientas de gestión más sofisticadas, que generen datos accionables, anticipen riesgos operativos y financieros y fortalezcan la toma de decisiones en un entorno empresarial cada vez más orientado al crecimiento sostenible.
Hacia un modelo más estratégico de sostenibilidad
El fortalecimiento de los procesos y controles de reporte no solo responde a una necesidad normativa, sino que representa una oportunidad para que las organizaciones consoliden modelos de gestión más integrados, anticipen riesgos y generen información útil para la toma de decisiones estratégicas.
Los aprendizajes del caso de esta empresa del sector de oil & gas muestran que transformar la sostenibilidad en una herramienta transversal no requiere partir de cero, sino repensar los procesos existentes, alinear a las áreas clave y comprender que la sostenibilidad bien gestionada puede convertirse en un motor real de eficiencia y resiliencia organizacional.