Dos personas practican yoga

4 claves para transformar la atención en salud mental en Latinoamérica

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En Latinoamérica, el reto de la salud mental trasciende al sector sanitario: es un desafío social y económico que impacta la productividad, la educación y la cohesión social. 


En resumen

  • El 50 % de quienes han recibido atención en salud mental ha tenido que cambiar de especialista.
  • Más de un tercio de los encuestados no sabe por dónde empezar ni qué tipo de profesional debe buscar.
  • El 59 % de los encuestados se sentirían cómodos compartiendo datos de salud mental con proveedores a través de tecnologías digitales. 

La salud mental se ha convertido en una de las prioridades más urgentes para los sistemas de salud en todo el mundo. Los efectos de la pandemia, sumados a las tensiones económicas y sociales, han incrementado condiciones como ansiedad, depresión y soledad en todas las edades. Según el EY Global Mental Health Care Survey 2025, casi la mitad (49 %) de los encuestados califica la calidad del sistema de salud mental de sus países como regular o deficiente, una percepción más negativa que la del sistema de salud general. Estos hallazgos enfatizan la necesidad de evolucionar hacia modelos basados en datos y centrados en las personas, que brinden acceso oportuno, asequible y equitativo.

En Latinoamérica, la situación es aún más compleja: la región enfrenta grandes brechas de acceso y desigualdad, con sistemas fragmentados y recursos limitados destinados a la prevención. Al mismo tiempo, el estigma y la falta de transparencia en costos hacen que muchas personas no accedan a los servicios que necesitan. La pregunta central es: ¿cómo pueden los países latinoamericanos transformar sus modelos de atención para responder a la creciente crisis de salud mental?

La percepción de los pacientes

El estudio de EY identifica un patrón claro: el recorrido de quienes buscan atención en salud mental está marcado por obstáculos que generan frustración y abandono del tratamiento. Entre los principales hallazgos destacan:

  • Desorientación en la primera etapa: más de un tercio de los encuestados no sabe por dónde empezar ni qué tipo de profesional debe buscar.

  • Costos poco claros: la falta de transparencia en precios y cobertura de seguros es uno de los factores más relevantes que limita el acceso y la continuidad.

  • Cambios frecuentes de profesionales: el 50 % de quienes han recibido atención en salud mental ha tenido que cambiar de especialista, principalmente por falta de conexión personal o porque no vieron avances en su proceso terapéutico.

  • Estigma y privacidad: persisten las preocupaciones en torno a la discriminación, la confidencialidad de los datos y los efectos secundarios de los tratamientos.

Estos hallazgos reflejan lo que ya se observa en varios países de Latinoamérica: poblaciones que se sienten confundidas sobre cómo acceder al sistema, una oferta insuficiente de profesionales especializados y un nivel de confianza bajo en la efectividad de los servicios.

4 prioridades para transformar la atención en salud mental

El informe de EY identifica cuatro áreas de acción clave para los sistemas de salud y las organizaciones en el sector.

La tecnología como acelerador del cambio

Uno de los hallazgos más alentadores del estudio es la apertura hacia soluciones digitales. Los pacientes, especialmente las generaciones jóvenes, muestran disposición a utilizar tecnologías que mejoren la experiencia de atención:

  • El 59 % se sentiría cómodo compartiendo datos de salud mental con proveedores a través de tecnologías digitales.
  • El 60 % aceptaría pruebas genéticas que identifiquen predisposición a ciertas condiciones.
  • Existe interés en aplicaciones móviles, chatbots y dispositivos de monitoreo remoto que apoyen la prevención y el seguimiento.

En Latinoamérica, la expansión de la telemedicina durante la pandemia generó un terreno fértil para la adopción de estas soluciones. El desafío es lograr que estas tecnologías se integren a los sistemas existentes, protejan la privacidad de los datos y lleguen a poblaciones diversas, incluidas las de bajos ingresos y zonas rurales.

Desafíos y oportunidades para Latinoamérica

La crisis de salud mental no es exclusiva de nuestra región, pero en Latinoamérica adquiere características particulares:

  • Alta desigualdad social y económica.
  • Baja inversión en salud mental preventiva.
  • Sistemas fragmentados y, en muchos casos, con falta de coordinación entre actores públicos y privados.
  • Estigma cultural que limita la búsqueda de ayuda.

No obstante, también existen oportunidades únicas:

  • Crecimiento acelerado de la salud digital, que puede democratizar el acceso.
  • Ecosistemas colaborativos entre gobiernos, aseguradoras, organizaciones sociales y empresas privadas.
  • Demanda creciente de la población joven, que está más abierta a hablar de salud mental y a utilizar herramientas digitales para atenderla.

La investigación de EY señala un camino claro: un modelo de salud mental basado en datos, centrado en el paciente y orientado a resultados medibles. Implementar esta visión en Latinoamérica requiere coordinación intersectorial, innovación tecnológica y voluntad política para priorizar la prevención sobre la atención de crisis.

La salud mental es un desafío urgente y, al mismo tiempo, una oportunidad estratégica para la región. Transformar los modelos de atención no solo mejorará los resultados clínicos, sino que tendrá un impacto directo en la productividad, el bienestar social y la sostenibilidad económica de la región.

El EY Global Mental Health Care Survey 2025 ofrece evidencia y recomendaciones que pueden guiar este proceso. La tarea para los líderes de salud en Latinoamérica es clara: invertir en datos, transformar la atención, medir el progreso y acompañar al paciente en cada paso de su recorrido. Con una visión integral y colaborativa, la región puede dar pasos decisivos hacia sistemas de salud mental más accesibles, equitativos y efectivos para todos.

Resumen

Los hallazgos del EY Global Mental Health Care Survey 2025 enfatizan la necesidad de evolucionar hacia modelos basados en datos y centrados en las personas, que brinden acceso oportuno, asequible y equitativo. En Latinoamérica, la situación es aún más compleja: la región enfrenta grandes brechas de acceso y desigualdad, con sistemas fragmentados y recursos limitados destinados a la prevención.

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