Cómo las instituciones financieras están evaluando el riesgo crediticio en el contexto actual del cambio climático
La no obligación de las empresas de informar sobre riesgos y oportunidades relacionados con la sostenibilidad es un obstáculo para las instituciones financieras. Aunque la Resolución 193 de la CVM ha recibido las normas NIIF S1 y S2 del ISSB, que exigen a las empresas cotizadas en bolsa que divulguen, a fecha de 2026, el informe de información financiera relacionada con la sostenibilidad, estas empresas son una minoría en el mercado, cuya predominancia pertenece a pequeñas y medianas empresas, que en gran medida no cotizan en la B3. En comparación con Estados Unidos, el resto de Latinoamérica tiene un número mucho menor de empresas cotizadas en bolsa.
Sin suficiente información sobre la adaptación de los procesos productivos para reducir los niveles de emisiones, por ejemplo, los bancos no pueden evaluar si la empresa A está más preparada que la empresa B, en relación con la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero.
A pesar de este escenario adverso, las instituciones financieras están avanzando en sus modelos de concesión de créditos, teniendo en cuenta las variables climáticas, especialmente en los sectores económicos más relevantes. La agroindustria está entre ellas, ya que el éxito de la cosecha depende de las condiciones meteorológicas.
Las instituciones financieras deben definir los sectores más susceptibles a la morosidad derivada de variables climáticas, para incorporar esta nueva forma de evaluación del riesgo crediticio. Los bancos incluso tienen la oportunidad de integrar el riesgo climático en la PDD (Allowance for Doubtful Accounts), midiendo de forma más efectiva a los deudores más expuestos a los efectos del cambio climático.
El ideal sería una armonización global del entorno regulatorio, mediante la unificación de normas o la alineación de las interpretaciones de los países sobre modelos de concesión de créditos que adopten variables del cambio climático. Esta discusión puede celebrarse —o al menos comenzar— en la COP30.
Tendencia de la información para el mercado en su conjunto
Con la obligación de reportar riesgos y oportunidades relacionados con la sostenibilidad por parte de las empresas cotizadas, la tendencia es que este tipo de análisis crediticio se desarrolle, lo que podría llevar al mercado en su conjunto hacia este camino.
El propósito de las normas NIIF S1 y S2 es integrar la información financiera y de sostenibilidad, estableciendo que los objetivos de sostenibilidad con impacto financiero se incluyen en el informe, junto con una descripción de cómo serán financieramente viables para la empresa. Esto significa que los objetivos de sostenibilidad establecidos por la empresa que tienen un impacto financiero deben ser considerados o justificados en la información financiera.
IFRS S1 proporciona directrices para la elaboración de informes de sostenibilidad a través de los siguientes pilares: gobernanza; estrategia; gestión de riesgos; y métricas y objetivos. La IFRS S2 detalla cómo deben informarse los riesgos y las oportunidades relacionadas con el clima para que los inversores puedan evaluar el impacto del cambio climático en la operación de la empresa.
Cómo puede el mercado financiero impulsar la transición hacia una economía baja en carbono
Como resultado de modelos de análisis crediticio que utilizan variables climáticas, el crédito puede abaratarse para quienes están más preparados para responder al cambio climático. Esto generará una carrera para que las empresas se adapten y, más aún, mitiguen los efectos de sus actividades. Por tanto, dicha financiación servirá para reforzar tanto la resiliencia frente a los efectos climáticos como la transición hacia un entorno bajo en carbono.
Actualmente, la mayoría de estos recursos provienen de programas de incentivos gubernamentales, pero la tendencia es que el capital privado se inserte fuertemente en esta agenda. La financiación climática estuvo en la agenda en las últimas COP y ahora no será diferente. En la COP30, el nuevo objetivo de financiación climática será de billones de dólares, y habrá que responder varias preguntas, como de dónde vendrán los recursos y cómo se aplicarán en iniciativas para combatir el cambio climático. La financiación privada será esencial para alcanzar la capilaridad necesaria en el estímulo de energías renovables, restauración forestal y proyectos de adaptación a los impactos del cambio climático.