Sin duda alguna, la pandemia ha impactado a todos alrededor del mundo: la vida como la conocíamos cambió radicalmente de un momento a otro. A pesar de que algunos especulan con un regreso a la normalidad, es probable que esta ya no sea igual. En la realidad pos-COVID-19 nos encontraremos con la ruptura de paradigmas y formas de interactuar que, de otra manera, habrían tardado años en establecerse globalmente: un consumidor consciente, una transformación digital forzosa, la adopción del teletrabajo y de modelos económicos emergentes. En este capítulo exploraremos estos conceptos.
1. Un consumidor en constante cambio
A medida que las personas ven esperanza en el posible inicio del fin de la crisis, también están planeando cambiar fundamentalmente la forma en que gastan su dinero y viven la vida. El consumidor que se ha adaptado para sobrevivir hoy no será el consumidor rentable del mañana. La sexta edición del EY Consumer Index ha identificado cuatro segmentos clave del consumidor de hoy, enfocados en la reacción y respuesta a la pandemia; es decir, cómo las personas se han enfrentado a cambios sin precedentes en su vida diaria. Mientras que los cinco segmentos identificados del mañana representan un cambio en el consumidor, pasando de reactivo a proactivo, poniendo en alto sus nuevas prioridades y siendo fiel a sus nuevos ideales.
Las preocupaciones de las personas y lo que valoran seguirán evolucionando a la par del desenlace de la crisis. Casi la mitad de los consumidores se identifica con el segmento Positivo y adaptándose (41%) y Luchando y preocupado (34%), mientras que una parte más pequeña se siente Golpeada pero optimista (15%) y la minoría se siente No afectada y despreocupada (10%).
Pensado más allá de la pandemia, el gasto del consumidor del mañana reflejará las diferentes formas en que las personas esperan vivir la vida, cómo tomarán decisiones y y sus prioridades reales. La mayoría de las personas priorizarán la accesibilidad (32%) y su salud (25%). Otros se centrarán en un propósito ambiental (17%) o social (14%) y una minoría priorizará la experiencia (12%).
A nivel mundial la accesibilidad será primordial. El 58% de los consumidores planea ser más consciente y cauteloso de sus gastos a largo plazo y el 63% dice que el precio será el criterio de compra más importante dentro de los próximos tres años.
El enfoque en el cuidado de la salud ha sido el tema central desde el inicio de la pandemia, tanto por las medidas de seguridad obligatorias como por el miedo y la preocupación ante el contagio. Tal ha sido el impacto en la población mundial, que el 57% de los consumidores desea tomar decisiones más saludables en la compra de sus productos a largo plazo y el 43% dice que la salud o “lo que es bueno para mí” será el criterio de compra más importante en los próximos años.
Desde antes de la pandemia, la conciencia y responsabilidad de las personas sobre el medioambiente ha crecido y convertirlas en una prioridad para el mañana será más importante que nunca. El 49% de los consumidores destacará el medioambiente y el cambio climático dentro de sus hábitos de vida y los productos que compran, mientras que para el 26% la sostenibilidad será su criterio de compra más importante.
De manera análoga, la pausa forzosa en la forma normal de operar de las organizaciones públicas y privadas permitió repensar y cuestionar las prioridades y los impactos sociales y ambientales que generan sus operaciones. La sociedad demanda cada vez más que las empresas sean socialmente responsables: el 56% de los consumidores tendrá más probabilidades de comprar a empresas que se aseguran de que lo que hacen tenga un impacto positivo en la sociedad y el 38% comprará más a organizaciones que beneficien a la sociedad, incluso si sus productos o servicios son más caros.
Por otro lado, la crisis ha evidenciado a un consumidor cambiante e influenciado por las emociones. Incluso sus preferencias musicales se han visto afectadas por los sentimientos asociados a la pandemia. Por ejemplo, un estudio realizado por distintas universidades — incluidas la de Hong Kong, Innsbruck, Johannes Kepler, entre otras— midió el sentimiento musical (el mood musical) durante la crisis y encontró que, después de que se confirmó el primer caso de COVID-19 en su país, existió una inclinación por parte de los usuarios a escuchar música menos optimista que la que consumía anteriormente.
Finalmente, los hábitos y las preferencias del consumidor han cambiado en torno al hogar, de la mano con la creciente importancia de la accesibilidad, la salud y el planeta. La velocidad de evolución del consumidor ha sido tan acelerada que el 84% de las empresas de consumo realizaron una revisión integral de la estrategia y la cartera en el 2020. Estas compañías deberán continuar rediseñándose y adaptándose a las nuevas prioridades de las personas pues se enfrentarán con el gran reto de alcanzar la velocidad de evolución de un consumidor cambiante, consciente y emocional.
2. Digitalización u obsolescencia
Incluso antes de la pandemia, la tecnología se había convertido en una parte cada vez más importante para la fuerza laboral. Las empresas veían a la tecnología como un medio útil para interactuar con los clientes, lo que les permitía cierta flexibilidad en el lugar de trabajo y una forma de introducir la automatización y establecer procesos más rápidos. Sin embargo, la rápida propagación del virus y el cierre de actividades no esenciales aceleraron enormemente estas adopciones, obligando a las compañías a buscar soluciones digitales creativas para que pudieran continuar funcionando de forma remota y garantizando la satisfacción de los clientes.
De la misma forma, el COVID-19 obligó a muchos consumidores a realizar sus compras de forma digital y, en muchos casos, convirtió a este canal en la única alternativa para mantener el consumo durante el confinamiento. Mientras que algunas personas hicieron sus primeras compras en línea por las restricciones, muchas otras lo volvieron su canal de preferencia dada la comodidad y accesibilidad al comprar. Debido a lo anterior, el crecimiento global de las ventas de eCommerce en el 2020 fue del 30%, mientras que en México alcanzó su mayor valor histórico con un crecimiento del 81% con respecto al 2019.
En consecuencia, las organizaciones han tenido que rediseñar sus canales para transformar la experiencia del cliente, teniendo que invertir en el desarrollo de sus capacidades digitales y establecer una estrategia de transformación digital para lograrlo. Tal fue la magnitud de la digitalización, que el equivalente a una década de incorporación digital se produjo en 10 meses. Por consiguiente, se espera que el tamaño del mercado global de transformación digital crezca a una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 16.5% del 2020 a 2025.
El COVID-19 aumentó la velocidad de transformación durante el 2020, pero es de esperarse que esa aceleración se mantenga en los próximos años. La capacidad de transformación y gestión de los riesgos digitales separarán a las empresas que prosperarán en la era digital de las que no; por ende, ser digital es y será más importante que nunca para sobrevivir.
3. Teletrabajo, la nueva revolución
A lo largo de la historia, la transformación de los esquemas de trabajo ha sido un hito para las principales revoluciones —desde los primeros cambios en la forma de cazar y cultivar para establecer el sedentarismo, hasta la revolución industrial y la automatización de procesos que se vivieron siglos después—. De la misma manera, la adopción del teletrabajo, acelerado por la crisis, será un hito que revolucionará la forma de vivir, trabajar y socializar para siempre.
Desde años antes de la pandemia algunos estudios demostraron que los colaboradores eran más productivos si trabajaban desde casa. En 2014, Nicholas Bloom, profesor en la Universidad de Stanford, y James Liang, CEO de la compañía más grande de viajes en China, realizaron un estudio sobre el teletrabajo con el objetivo de medir la productividad de los colaboradores ejerciendo sus funciones desde casa cuatro días por semana. Se descubrió que fueron 13% más productivos debido principalmente a una menor cantidad de distracciones y tiempos muertos.
Por su parte, Harvard Business Review comparó el uso del tiempo laboral en 2013 contra 2020 debido al notorio cambio de comportamientos ante la pandemia. El análisis reveló dos principales cambios significativos: el tiempo invertido en la gestión de equipo (managing across) se redujo en 12% y el tiempo invertido en trabajo enfocado en el exterior incrementó en 9%, mientras que el trabajo de escritorio sigue ocupando un tercio del tiempo. La evidencia sugiere que el aislamiento por la pandemia ha ayudado a priorizar el trabajo de manera más efectiva.
Asimismo, la crisis sanitaria cambió por completo la relación entre la vida laboral y personal. Es verdad que el trabajo remoto permite la flexibilidad de estar físicamente en cualquier lugar con acceso a Internet, pero también ha causado que muchos colaboradores trabajen más horas, sin pausas y, en ocasiones, sin un entorno cómodo y apto. Debido a lo anterior, es importante que las empresas busquen garantizar equilibrio y bienestar a sus colaboradores para permitirles administrar su tiempo libre y las responsabilidades de casa para mantener desempeños altos.
Antes de la pandemia, el 70% de las actividades laborales tenían el potencial de realizarse de forma remota y 2 de cada 10 empresas estaban listas para hacerlo21; sin embargo, gracias a la crisis la adopción del teletrabajo para las organizaciones fue inevitable. Tan solo en septiembre de 2020, el 90% de las empresas incorporaron este esquema en algún grado como consecuencia del COVID-19. Además, el 48% de dichas compañías lo mantendrá de manera parcial (más de un día a la semana) posterior al COVID-19, mientras que el 25% lo adoptará de forma permanente.
A pesar de que muchos de los retos alrededor del teletrabajo fueron resueltos de manera forzada, algunos otros permanecerán para las empresas que implementen alguna de sus modalidades. Entre los desafíos destacan: la implementación de esquemas híbridos, la ciberseguridad para garantizar la protección de la información y los datos, la regulación y el cumplimiento de nuevas reformas laborales alrededor del teletrabajo y, sobre todo, el bienestar y equilibrio del colaborador.
La forzosa implementación del home office expuso su efectividad como esquema laboral, rompiendo los paradigmas existentes sobre el trabajo remoto. Esto fungirá como parteaguas social en la forma de convivir y trabajar, ya que la relación que existía entre el lugar donde se trabaja, se vive, se gasta y se pagan impuestos ha cambiado por completo. El teletrabajo ha permitido que ninguno de estos aspectos tenga necesariamente que estar relacionado entre sí, creando un mundo laboral interconectado de nuevas maneras que implican nuevos retos.
En resumen, el teletrabajo demostró ser un esquema eficiente que permite obtener altos niveles de desempeño y ahorros para las organizaciones. Su adopción —permanente o híbrida— revolucionará los esquemas económicos, laborales y sociales del futuro.
4. Gig economy: modelos laborales emergentes
La gig economy, también llamada economía colaborativa, surgió en Estados Unidos como alternativa a la contratación tradicional debido a la crisis hipotecaria del 2007. El modelo consiste principalmente en mover la economía a través de plataformas que ofrecen servicios profesionales específicos sin necesidad de exclusividad con las empresas contratantes. Comúnmente, el trabajador (o gig worker) realiza una tarea o cumple un pedido solicitado principalmente a través de una aplicación o sitio web y recibe una comisión por la transacción efectuada.
Algunos ejemplos comunes de gig economy son los freelancers (en cualquier disciplina), repartidores de comida por medio de aplicaciones y choferes on demand. De acuerdo con una de las plataformas de freelancing que opera en México, en los meses de pandemia el registro de usuarios aumentó en 12%; es decir, alrededor de 250,000 nuevos freelancers. Algunos de estos profesionales buscan monetizar su tiempo libre mientras que otros han recurrido a la búsqueda de nuevas oportunidades ante los recortes de personal. El mayor crecimiento de freelancers se encuentra en las áreas de Finanzas y Administración, mismas que eran las más rezagadas antes de la pandemia. Según la plataforma, el crecimiento que se esperaba tener en cinco años se logró en tan solo un mes.
La aceleración en la adopción del teletrabajo, así como la ruptura del paradigma de su eficiencia, impulsarán el crecimiento y la importancia de modelos laborales emergentes, como el de la economía gig. Esto permitirá la interconexión entre empleadores y colaboradores sin importar su ubicación. Incluso, algunas empresas podrán optar por implementar este modelo laboral para satisfacer algunas de sus necesidades, mientras que algunos trabajadores tradicionales podrían monetizar su tiempo libre y expandir su trabajo mediante el uso algunas de las plataformas de gigs existentes.
Si bien el COVID-19 no creó las tendencias de transformación digital, del teletrabajo y de los hábitos del consumidor promedio, fue un fenómeno que catalizó su velocidad de evolución y adaptación. Los cambios que esperaban ser vistos en 5 o 10 años fueron adoptados por el mundo de manera forzada ante las restricciones y preocupaciones por la crisis. Las medidas de aislamiento y los retos que enfrentó el mundo este año empujaron los límites de lo que se consideraba posible. En consecuencia, el 2020 y 2021 podrán ser un ejemplo de resiliencia y adaptabilidad ante situaciones inciertas y adversas en el futuro. Sin duda alguna, la pandemia del COVID-19 quedará en la historia como un hito para la forma de consumir, trabajar y vivir.