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Huella social: ¿Cómo impactar positivamente en la comunidad y el entorno desde nuestra actividad empresarial?

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La gestión de una huella social positiva genera una buena reputación e incrementa la confianza con los stakeholders.

El actual entorno global impulsa cada vez más en las empresas una gestión adecuada de riesgos a través de una autoevaluación para implementar, mejorar o corregir acciones y estrategias que generen un impacto social positivo, no sólo en términos económicos sino de conexión con la sociedad, es decir, gestionar la huella social de la organización, la cual se entiende como el impacto que genera una organización sobre la comunidad en la que está presente.

Dicho impacto se ha convertido en un eslabón fundamental que aporta a la propuesta de valor de las empresas y que la comunidad valora de sobremanera. Para poder llegar a ello, es importante que las organizaciones identifiquen los riesgos a los que están expuestos, así como la forma de mitigarlos, y un paso fundamental para esto es tener un correcto relacionamiento con los grupos de interés, como clientes, proveedores, y de cara a la huella social, las comunidades y grupos de interés.

Entonces, ¿a qué nos referimos con huella social?  Al impacto que queremos dejar en nuestro relacionamiento con los grupos de interés y el entorno en el marco del desarrollo de nuestra actividad, vía la implementación de las políticas y la gestión de riesgos, siempre en forma alineada a los objetivos de la empresa. Obviamente, esta huella debe ser positiva, eficaz para atender una necesidad identificada o evento de coyuntura y estar alineada estratégicamente con los objetivos de la empresa.

Una vez alcanzado este objetivo, lo siguiente será basarse en tres principios a fin de lograr una comunicación eficaz y transparente con los stakeholders: la relevancia, es decir, entender las necesidades y expectativas de nuestros grupos de interés para atenderlas adecuadamente; la exhaustividad, relacionada a comprender lo que la gente piensa y espera de nuestra organización; y la capacidad de respuesta, para plantear una estrategia congruente que responda a los requerimientos de los grupos de interés y a los objetivos de la empresa.

Este relacionamiento requiere un trabajo previo de análisis de los grupos de interés por parte de la organización para asegurar que las actividades contribuyan al desarrollo de éstos y del entorno, generando un espacio de confianza y mejorando el proceso de toma de decisiones que, posteriormente, se traducirá en acuerdos con los stakeholders.

En esa línea, se sugiere revisar con periodicidad los compromisos establecidos con dichos stakeholders corroborando siempre la integridad de los acuerdos, verificando el cumplimiento y avance de los mismos, identificando las amenazas que puedan presentarse y los ajustes que deban realizarse en los planes de acción, tanto desde la perspectiva legal como de gestión de crisis.

Es entonces importante realizar un legal check antes, durante y después de la vinculación con los grupos de interés para tener un inventario completo de documentos suscritos y detalle de las acciones a ejecutarse o en desarrollo, tales como antecedentes, acuerdos y compromisos asumidos, actas de reuniones, estructuración de proyectos y actividades desplegadas en este ámbito, entre otros.

La estrategia debe soportarse en un adecuado manejo de documentación legal que sustente los compromisos asumidos y la preparación para enfrentar posibles crisis que puedan generarse por la vía legal o la de los hechos. Esto servirá para anticiparnos a cualquier evento que pueda generar un riesgo para la organización y, a su vez, plantear mecanismos y desarrollar capacidades para mitigarlos.

Dicho esto, para gestionar una posible crisis de manera preventiva es fundamental: 1) identificar los riesgos relacionados a asuntos sociales y asegurar la disponibilidad de los recursos claves para la organización y 2) implementar la prevención temprana, estableciendo mecanismos para dar una respuesta efectiva que evite que los eventos se materialicen en crisis, como tener un sistema de alertas, monitoreo de medios, designar roles de crisis a los colaboradores, entre otros.

Según el estudio de EY Perú “Riesgos empresariales: gestión y prevención en el nuevo normal”
de empresas cuentan con un área responsable de gestionar los riesgos empresariales.

Sin embargo, pese a los esfuerzos de prevención, la crisis puede ocasionarse y es necesario brindar una atención rápida para lidiar con ella. Es fundamental contar con una estructura de gobierno que permita dar una respuesta efectiva e integrar un comité de crisis que se encargará de evaluar, aprobar estrategias, asignar recursos y liderar comunicaciones.

Cabe resaltar que, además de la figura del comité de crisis, es importante generar un músculo de respuesta a través de ensayos y simulaciones para que los integrantes de este grupo repasen los lineamientos de crisis, sus responsabilidades y tengan claro cómo actuar y responder de forma adecuada ante los eventos que puedan suscitarse.

Resumen

Generar un impacto social positivo desde las empresas, no sólo en términos económicos sino de conexión con la sociedad, cada vez obtiene mayor importancia en el entorno global. Este impacto positivo es un factor fundamental que aporta a la propuesta de valor de las empresas y a su reputación frente a la comunidad.

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