Las experiencias digitales tomaran el protagonismo, dejando cada vez más de lado la experiencia de compra o consumo física: el consumidor se educará en mayor cantidad y a mayor velocidad y buscará marcas que ofrezcan mayor confianza, utilidad y seguridad.
Las compras serán más inteligentes y la posibilidad de comparar que nos permite la compra online seguramente significará una migración hacia marcas de menor precio, en la medida que las marcas no logren una diferenciación clara que justifique el price-premiun.
Las compras en supermercados se mantendrán, pero seguramente con un cambio hacia productos más saludables y económicos. Otras categorías no esenciales como electrodomésticos, calzado y vestido, o mejoramiento del hogar seguramente verán reducidos de manera importante sus ingresos.