Se estima que el 94% de las empresas Fortune 1000 se han visto impactados con menor o mayor intensidad dependiendo de su sector. Dada una estadística como esta, cabe preguntarse cómo es que compañías de tal magnitud no tuvieron los recursos necesarios para preparase ante un evento como este.
La clave está en que muchas de empresas ejecutaron agresivos planes con una visión de eficiencia en costos y gastos. Por ejemplo: (i) consolidación de proveedores para obtener mejores precios y reducir costos de gestión, (ii) optimización de niveles de inventario con modelos just-in-time, (iii) desarrollo de socios clave para las operaciones core del negocio, entre otros.
Ninguna de estas acciones es negativa, por el contrario, es totalmente válido que las empresas traten de imitar dichas buenas prácticas para crecer y mejorar la rentabilidad. El problema se da cuando estas medidas se centran únicamente en la eficiencia, descuidando otros aspectos clave como contar con Planes de Continuidad de Negocio.
Tenemos que lograr una Cadena de Suministros tan resiliente como eficiente. La estrategia de gestión de costos adoptada debe ir en línea con un robustecimiento de toda la operación, de manera que se alcance se encuentre equilibrada, contando con estrategias que mitiguen el riesgo de paralización ante amenazas como el COVID-19.
En muchas empresas, esto implica comenzar “la casa por los cimientos”, abordando primero los problemas del día a día que tienen un mayor impacto en la resilencia de la cadena (falta de inversión en tecnología, desalineamiento entre áreas, baja calidad de información, ciclos de planificación muy espaciados,) para una vez cerradas estas brechas, armar planes de continuidad robustos.